- Vestidas con sus tradicionales faldas aymaras acampanadas, «Martha La Alteña», «Susana La Bonita», «Juanita La Cariñosa» y «La Simpática Ángela» suben al ring a combatir por el honor y los aplausos. Un hotel de El Alto, una ciudad boliviana próxima a La Paz, comenzó a presentar este espectáculo de lucha libre como parte de una oferta turística
Con sus saltos, piruetas y patadas voladoras, las «cholitas luchadoras» se sienten como diosas sobre el cuadrilátero.
Vestidas con sus tradicionales faldas aymaras acampanadas, «Martha La Alteña», «Susana La Bonita», «Juanita La Cariñosa» y «La Simpática Ángela» suben al ring a combatir por el honor y los aplausos.
Un hotel de El Alto, una ciudad boliviana próxima a La Paz, comenzó a presentar este espectáculo de lucha libre como parte de una oferta turística que se suma a sus «cholets», los coloridos edificios con íconos de la cultura tiwanaku que son símbolo de una floreciente burguesía aymara.
En las graderías, unos 150 espectadores estallan con gritos y silbidos cuando las luchadoras indígenas comienzan la contienda.
El enfrentamiento es una suerte de jiu-jitsu japonés, aunque en medio de las cuerdas vale todo: golpes en el pecho o en la cabeza, codazos, torniquetes, llaves y palancas para doblegar a la contrincante, mientras dos locutores van relatando el combate, uno en inglés y otro en español.
En uno de los lances está «Juanita La Cariñosa», una verdadera estrella para el público que la aplaude y vitorea cuando se encarama sobre las cuerdas y se lanza por el aire para derribar a su rival.
Poco después, al intentar lanzar una patada voladora, cae a la lona con poca fortuna y comienza a cojear. Aunque se trata de un show, no están exentas de sufrir lesiones.
La gladiadora hace una mueca de dolor, pero los gritos de sus enfervorizados simpatizantes son como una droga que la alivia.
«Siento mucha adrenalina, me encantan los aplausos y cuando nos abuchean es lo mejor», dice a la AFP esta mujer de 35 años, cuyo nombre verdadero es Mery Llanos.
Comenzó a practicar taekwondo cuando tenía 19 años, pero luego pasó a la lucha libre. «Me quedé y esto es lo que más me gusta», explica.
«La Simpática Ángela» es otra «cholita luchadora» cuya pequeña estatura no supone ninguna desventaja cuando sube al ring.
Lanzar patadas voladoras o treparse por el cuello de su rival para luego tirarla al piso son las dos armas preferidas de esta luchadora, cuyo nombre real es Leonor Córdova. Estos movimientos son aparatosos, pero son los que más aplausos arrancan.
«Me siento la mejor arriba (del ring), cada luchadora se siente poderosa arriba, como una estrella inalcanzable, como una luz resplandeciente, enorme», explica a la AFP tras su contienda.
Información e imagen: AFP
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