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Hasta para combatir la contamimación hay desigualdad

Hasta para combatir la contamimación hay desigualdad

Desde los conductores de bicitaxis hasta los ricos que hacen cola para comprar purificadores de aire, los habitantes de Nueva Delhi, capital india, libran en la medida de sus posibilidades sus combates contra la contaminación.

Desde principios de semana, la megalópolis de cerca de 20 millones de habitantes se encuentra sumida en una espesa niebla que pone en peligro la salud pública. Su nocividad equivale a fumar dos paquetes de cigarrillos diarios, según los expertos.

El jueves, por tercer día consecutivo, los registros de Nueva Delhi mostraban concentraciones de partículas contaminantes de entre 500 y 700 microgramos por metro cúbico; rebasando la media diaria sugerida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 25 microgramos/m3.



Frente a este fuerte aumento de la contaminación, cada uno actúa como puede, según los medios de los que dispone. Hay incluso algunos vecinos que piensan que se trata de niebla, un fenómeno típico de esta estación, de origen natural.

Taxistas, vendedores callejeros, porteros de edificios… Todos ellos están a merced de estas partículas contaminantes que pueden causar daños irreparables.

Conductor de ‘rickshaw’, Sanjay espera a sus clientes en medio de una bruma opaca tan densa que ni siquiera puede ver los coches a 20 metros. Sus ojos están rojos de irritación.

«No tengo máscara. Las máscaras son demasiado caras. Uso un pañuelo», dice a AFP sacando de su bolsillo un trozo de tela de algodón.



Estas protecciones de poco sirven frente a estas partículas contaminantes, tan finas que consiguen infiltrase en la sangre a través del sistema respiratorio.

Por su parte, Rupesh Kumar, un empleado, lleva una máscara de tela, de 3,5 euros. Es todo lo que pudo permitirse.

Mientras que en el Khan Market, un lujoso mercado cerca de allí, se ha formado una larga cola delante de una de las pocas tiendas de la capital que venden máscaras anticontaminación de un nivel aceptable.

Los que salen de la tienda, abren el paquete inmediatamente y se lo ponen a sus hijos. Los más pequeños se quedaron en casa, ya que las escuelas permanecen cerradas toda la semana a causa de la contaminación.

Más adelante, una anciana se queja por el costo elevado de una máscara (33 euros) y le suplica al vendedor que baje el precio de ésta.

«Es demasiado. No tengo las medios», se lamenta.

Ante tal demanda, la tienda pronto se quedó sin reservas, desatando el pánico entre las personas que estaban formadas para entrar al almacén.

«Dios mío, ¿no tienen nada más? ¡Es una catástrofe para nosotros!», grita Sue, una mujer expatriada que no quiera dar su apellido, abrazando fuerte a su hija.

En otra tienda, Apurva, una oficinista, se tapa la boca con la manga mientras compra dos nuevos purificadores de aire, para colocar junto al que ya tiene en casa.

En Lodhi Garden, el pulmón verde del centro de Delhi, algunas personas que hacen deporte o pasean a sus perros actúan como si nada, aunque las famosas tumbas islámicas del parque apenas se ven en medio de la espesa niebla.

Un jubilado explica que no está preocupado por los efectos de la contaminación en su salud porque «no tiene asma».

«Puede caminar sin máscara. Este tiempo no me molesta», declara Rammi Bakshi, que vive desde hace años en la capital, convencido de que se trata de una niebla otoñal.

Con información de AFP.