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* Las protestas de 2019 en el mundo muestran un descontento de la sociedad hacia el gobierno que los lidera. La gente reclama una mejor calidad de vida
Las protestas en diversos países del mundo, como Chile, Hong Kong, Argelia, Líbano o Francia, están en contra un sistema político, las élites y las desigualdades.
Miles de personas denunciaron problemas parecidos en Bagdad, Beirut o La Paz, desencadenando la caída de cinco jefes de Estado o de gobierno.
«La sociedad no soporta más pagar y pagar. Apretaron mucho la tuerca y llegó un momento que tenía que colapsar», afirmaba Marcela Paz, un profesor en Santiago de Chile.
La mecha que ha desatado las movilizaciones puede ser relativamente abstracta, como la ley de extradiciones en Hong Kong, o la subida del precio del metro en Santiago de Chile.
«De Líbano a Irak, nuestro dolor es uno», podía leerse en una pancarta en Beirut, delante de la sede de Electricidad de Líbano (EDL), símbolo del declive de los servicios públicos en el país.
El internet en las protestas alrededor del mundo
Estas revueltas cuentan con internet, mucho más que en 2011, ya que el número de internautas se ha duplicado en 10 años.
En Hong Kong o Barcelona, los manifestantes se pasan consignas a través de sistemas de mensajerías seguros.
El peso de la red, incluso sin ser dominante, atrae forzosamente a los más conectados, es decir los jóvenes. Pero su porcentaje en estas movilizaciones no se verifica de manera sistemática. Los «chalecos amarillos» a menudo son gente de más edad. El movimiento chileno incluye a muchos jubilados, los manifestantes en Barcelona o en Bolivia son de todas edades, dice Pleyers.
«2019 aparece como un año muy importante en materia de movilizaciones», estima Olivier Fillieule. «Pero esto no es inédito ni excepcional. Recordemos que a fines de 2011, la revista Time elegía a ‘el manifestante’ como personalidad del año».
Las movilizaciones de 2019 «se inscriben en la misma secuencia histórica», agrega.
«Revoluciones por la dignidad»
Según Erik Neveu, investigador en sociología de las movilizaciones en el Instituto de Estudios Políticos de Rennes, en los regímenes democráticos, «la creencia en la capacidad de la democracia para cambiar la vida se erosiona de manera inexorable».
El pueblo piensa entonces que «su salvación se encuentra en la movilización», es decir en el derrocamiento del poder, asegura Neveu.
«Son las revoluciones por la dignidad», dice Bitar en Beirut.
En solo unas semanas, estos movimientos desencadenaron la salida de Abdelaziz Bouteflika, quien renunció a presentarse para un quinto mandato en Argelia, de Omar Al Bashir, derrocado en abril tras 30 años en el poder en Sudán, o incluso la dimisión del presidente boliviano Evo Morales, del primer ministro libanés Saad Hariri y de su homólogo iraquí Adel Abdel Mahdi.
En Hong Kong, la ley de extradiciones criticada por los manifestantes fue retirada y China anunció que «mejoraría» el proceso de designación del jefe del ejecutivo, dos de las reivindicaciones de la movilización prodemocracia.
La represión sin embargo fue atroz en algunos lugares, como en Irán, donde según Amnistía Internacional murieron al menos 208 personas en las protestas de mediados de noviembre.
«La cólera no va forzosamente a ceder» en 2020, anticipa Bitar. «Pero aquellos que se aprovecharon del sistema político no van a ceder con facilidad», advierte. «Podríamos asistir a contrarrevoluciones, que serán brutales».