De acuerdo a información proporcionada por el Banco Mundial, alrededor de 20 millones de «ninis» viven en Latinoamérica y uno de cada cinco jóvenes del continente ronda entre los 15 y 24 años de edad, que carecen de acceso a la educación o al trabajo. El problema entonces. es persistente.
«Nini» es el término con el cual se caracteriza a jóvenes que no parecen tener preocupación alguna por estudiar o trabajar, como no alcanzan a cubrir sus necesidades se convierte en grupo de riesgo. AL pese al buen desempeño durante la primera década del siglo, con tasas de crecimiento, la población ha ido en aumento.
Los ninis contribuyen a la transmisión intergeneracional de la desigualdad. Casi el 60% de los jóvenes de la región provienen de hogares pobres o vulnerables localizados en el 40% inferior de la distribución del ingreso, y el 66% de los ninis son mujeres.
Este desequilibro, señala el Banco Mundial, junto con el efecto negativo de largo plazo que tener esta condición tiene sobre el desempeño en el mercado laboral, tiende a perpetuar la transmisión de la disparidad de género y de ingresos de una generación a la siguiente, obstruyendo la movilidad social y la reducción de la pobreza en la región.
En algunos contextos, está vinculado a la delincuencia y a la violencia, establece el documento internacional.
En Colombia, México y América Central, donde la proporción de ninis está por encima del promedio regional, el problema se agrava por la presencia generalizada del crimen organizado. En estos entornos, el problema de los ninis puede estar vinculado al crimen y a la violencia, lo que aumenta los riesgos para los jóvenes y la sociedad en su conjunto, añade.
El Banco Mundial alerta de que no abordar el problema de los ninis en América Latina podría impedir que la región se beneficie de la transición demográfica que recién comienza. En toda la región, la proporción de niños y personas mayores, en relación con la población en edad de trabajar, llegará pronto a un mínimo histórico. Tal y como ya se ha demostrado en otras regiones del mundo, bajas tasas de dependencia crean oportunidades económicas sustanciales.
Para aprovechar este momento propicio, agrega el organismo mundial, América Latina debe formar el capital humano entre una población de jóvenes cada vez más numerosa y proporcionarle oportunidades en el mercado laboral. Si no lo hace, el creciente número de ninis puede frenar, por completo, las ventajas del dividendo demográfico en la región.
El estudio del Banco Mundial tiene cuatro mensajes fundamentales sobre el tema de los jóvenes ninis en América Latina.
El primero, que uno de cada cinco jóvenes entre 15 y 24 años en América Latina no va a la escuela ni trabaja.
Segundo, el perfil típico del nini en América Latina es una mujer que no ha terminado la educación secundaria y vive en un hogar urbano pobre o vulnerable. Las mujeres representan dos tercios de la población nini de la región, y en este grupo el factor de riesgo más importante asociado a la condición de nini es el matrimonio antes de los 18 años y el embarazo durante la adolescencia.
Tercero, los hombres han contribuido al incremento en el número de jóvenes ninis en la región. A medida que las mujeres se han incorporado al mercado de trabajo, en un contexto en el que la creación de empleos es limitada, a ellos les resulta más complicado obtener trabajo.
Cuarto, el camino que lleva a ser nini, sobre todo entre hombres, es la deserción escolar temprana para empezar a trabajar, seguida del desempleo. Al abandonar la escuela antes de terminar el bachillerato, los jóvenes, por lo general, carecen de las habilidades necesarias para conseguir un trabajo en el sector formal, por lo que en la mayoría de los casos se conforman con empleos temporales e inestables en el sector informal. Una vez que pierden estos puestos de trabajo, nunca regresan a la escuela.
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