BRUSELAS,- Dos tremendo golpes ha sufrido Europa, primero la salida de Gran Bretaña del bloque y ahora la victoria de Donald Trump y su temor principal es la sacudida que ha provocado la llegada del magnate neoyorquino a la Casa Blanca que pudiera generar un tsunami, no sólo en las relaciones Bruselas-Washington sino también en el equilibrio geopolítico global del planeta.
Federica Mogherini convocó a una cena a nivel cancilleres el domingo en Bruselas, el objetivo trazar un balance de las elecciones en Estados Unidos y el futuro de las relaciones con Washington. «Los vínculos entre la UE y EEUU son más profundos que cualquier cambio político», recordó la ex canciller italiana.
El frío con el que capitales como París o Berlín recibieron al resultado electoral se contrapone al júbilo manifestado por los líderes de los partidos populistas y «euroescépticos» del continente, desde la francesa Marine Le Pen al húngaro Vicktor Orban o los italianos Matteo Salvini y Beppe Grillo. Sin esconder su satisfacción, Le Pen se refirió por ejemplo a «un mundo que ha terminado» y al «retorno de los pueblos libres», mientras que para otro líder populista de la región, el holandés Geert Wilders, la de Trump ha sido «una victoria histórica».
Frente a estas reacciones, el presidente de la UE, el polaco Donald Tusk, dio un paso al frente y se refirió de manera rotunda a «las preocupantes señales» existentes para la «democracia liberal».
«Como nunca antes, hoy es muy importante reforzar a las relaciones transatlánticas», destacó a su vez el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean Claude Juncker, en el mensaje de felicitaciones enviado a Trump, quien fue invitado a Bruselas para una cumbre que -precisó el texto- debería tener lugar «cuanto antes».
Nadie esconde por otra parte que Bruselas contaba en una victoria de Hillary Clinton. La sorpresa fue tal que todos los encuentros y citas de trabajo previstas para el día de hoy quedaron postergadas por varias horas.
El mismo Tusk fue quien se refirió sin muchas vueltas a la complejidad de esta etapa al referirse a los «desafíos» generados frente a la «incertidumbre de nuestras relaciones transatlánticas». La UE comienza a darse cuenta que algunas de las orientaciones de fondo de su política exterior se enfrentan ahora a la incógnita Trump: desde el apoyo a Ucrania y las sanciones contra Moscú, hasta la crisis de Siria y su impacto en Turquía y el Medio Oriente, o al tema del acuerdo nuclear con Irán.
No son por otra parte una casualidad las declaraciones del presidente turco Recep Tayyp Erdogan, quien dio la bienvenida a la que definió «una nueva temporada» estadounidense. «La Alianza Atlántica es importante para la seguridad colectiva en Europa pero también para Estados Unidos», advirtió a su vez el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg.
Frente a esta situación muchos analistas europeos comparten la opinión del vicepresidente de la Comisión UE, el finlandés Jyrki Katainen: «Por ahora, precisó, lo que debemos hacer es estar tranquilos, a la espera de las respuestas de la nueva administración estaodunidense».
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