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Cali: la ciudad de Colombia que muestra la ira del país

AFP

Por: AFP

hace 4 años

Cali: la ciudad de Colombia que muestra la ira del país

Imagen: AFP

  • Esta zona colombiana tiene problemas tan graves como el racismo.
  • En ella, las protestas contra el régimen de Iván Duque han aumentado en las últimas semanas.
  • Esto es lo que necesitas saber sobre esta región.

La pobreza, el racismo, el narcotráfico, la desconfianza hacia el gobierno y la policía, el rebrote de la violencia tras la firma del acuerdo de paz. Todos los males de una Colombia en crisis caben en Cali, el corazón de la rabia popular que explotó el 28 de abril.

Con 2.5 millones de habitantes, la capital del Valle del Cauca es la tercera ciudad del país. Su población es mayoritariamente negra (52%) y está lastrada por la pobreza (36.3%) y el desempleo (18.7%), según cifras oficiales.

Es un «cóctel con componentes racistas, potenciados por la irritación y el cansancio contra el gobierno; componentes clasistas, exacerbados por una retórica política» que «ha reprimido (la protesta) como si fuera subversión», dice el profesor Delfín Grueso de la Universidad del Valle.



Aquí un retrato de la principal ciudad del Pacífico colombiano que antes de esta crisis era conocida como la capital de la salsa o la del cártel que peleó a muerte con Pablo Escobar por el dominio del narcotráfico en la década de 1990, pero que hoy está sitiada por bloqueos, manifestaciones y violentos choques.

Abuso policial

La policía, que en Colombia depende del Ministerio de Defensa, se especializó en la lucha contra el narcotráfico y las guerrillas en el marco del conflicto armado de más de medio siglo.

La represión de las protestas actuales ha sido «bárbara», según la experta María del Pilar Castillo, de la Universidad del Valle. «Se recrudece en las noches (…), ayudada con helicópteros, con personas civiles armadas o policías vestidos de civil», explica.

De acuerdo a la ONG Temblores, 35 ciudadanos han muerto en Cali, al menos 14 a manos de uniformados. Las autoridades no han registrado policías muertos en la ciudad. En las redes sociales abundan videos de civiles disparando.



«Es un problema de amigo/enemigo. Si la policía ve que ellos [los civiles armados] están contra los enemigos de ellos, que en este caso son los manifestantes, pues no tiene mucho sentido atacarlos. Es una lógica de guerra», añade Castillo.

Racismo

A las protestas en Cali se han sumado los indígenas, que en el vecino departamento de Cauca cuentan con una de sus principales organizaciones. El fin de semana pasado fueron víctimas de un ataque a bala que dejó una docena de heridos.

«Cali es una ciudad racista. Lo que pasa es que no se había notado mucho porque la ciudad es segregada», explica Castillo.

Indígenas, negros, ricos y pobres tenían su lugar en la región, pero las movilizaciones mezclaron a unos con otros.

En redes sociales surgió el llamado «movimiento blanco», personas que irrumpen en las protestas vestidos de blanco, en camionetas lujosas del mismo color, convocados en contra de los bloqueos en las vías.

«Son mestizos pero se creen blancos porque se están diferenciando de los afrodescendientes y de los indígenas a quienes llaman indios», sostiene Castillo.

Para Juan Manuel Torres, de la Fundación Paz y Reconciliación, se trata de «élites narcotraficantes» que quieren «hacer justicia por su propia mano».

«Tienen las armas, los recursos, las camionetas blindadas, tienen a sus escoltas y lavaperros (mafioso de poca monta), están formando escuadrones para asesinar manifestantes», precisa.

Cali | Digitallpost

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La paz aplazada

Cuando Colombia firmó el acuerdo de paz con la guerrilla FARC en 2016, las autoridades locales bautizaron a Cali como «la capital del postconflicto».

Durante décadas recibió los desplazados por la violencia y la falta de oportunidades en el Pacífico, que luego se asentaron «en los barrios marginales de la ciudad, sin acceso al trabajo y al estudio», describe Grueso.

El desarme de la que fuera guerrilla más poderosa del continente no cerró el capítulo de la guerra.

La región del Pacífico concentra la mayor cantidad de hoja de coca sembrada en el país, según el más reciente informe de la ONU (2019). La población quedó en medio del fuego cruzado de grupos armados que alimentan una nueva ola de violencia, con masacres, asesinatos selectivos y desplazamientos.

Disidencias de las FARC que se apartaron del acuerdo de paz; el ELN, última guerrilla reconocida en Colombia, y bandas narco de origen paramilitar se disputan las rentas del narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión en esa región.

El gobierno, con una retórica que históricamente ha estigmatizado la protesta social, asegura que las protestas están infiltradas y que hay un plan coordinado de vandalismo.

Sin fiesta

Una juventud forzada al encierro, descreída de las instituciones y conectada a las redes sociales lidera las protestas en Cali.

La pandemia castigó la ciudad pues precipitó «a buena parte de la clase media en la pobreza y a buena parte de la gente pobre en la miseria», según Grueso.

Un factor cultural añadió chispa al polvorín. La pandemia encerró la salsa y desde entonces «la psique colectiva está anormal», dijo el alcalde Jorge Iván Ospina en entrevista con El País.

«Le apostamos a reducir las infecciones y no entendimos lo que es el encierro para un joven caleño. Tal vez para un joven de Escocia el encierro es otra cosa», concede.

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Robert Francis Prevost, un moderado estadounidense con fuertes lazos con Perú

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Por: AFP

hace 1 mes

Robert Francis Prevost, un moderado estadounidense con fuertes lazos con Perú

Robert Francis Prevost llegó a Perú por primera vez como joven misionero agustino y años después partió desde el país andino como obispo rumbo al Vaticano, donde este jueves se convirtió en el primer papa estadounidense, con el nombre de León XIV.

Prevost, de 69 años y que también tiene nacionalidad peruana, llega al trono de San Pedro con una reputación de moderado, crucial en un momento en que la Iglesia aparece muy dividida.

Desde el balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano, el nuevo papa instó a «construir puentes» a través del «diálogo», avanzando «sin miedo, unidos, dando la mano a Dios y dándonosla entre nosotros».

«Dios nos ama, Dios os ama a todos, y el mal no prevalecerá», afirmó en su primer discurso, en el que trató de unir y tranquilizar ante un mundo asolado por las guerras.

«Mucho por hacer»

Prevost ha pasado un tercio de su vida en Estados Unidos. El resto entre Europa y América Latina, una de las periferias del mundo de donde también era el argentino Jorge Mario Bergoglio.

El diario italiano La Repubblica lo llamó «el menos estadounidense de los estadounidenses» por la moderación de sus palabras.

La idea de un papa norteamericano estuvo por siglos descartada en Roma, ya fuera por la distancia –estaban tan lejos que normalmente llegaban tarde a los cónclaves– o por decisiones geopolíticas.

Según el sitio especializado Crux, tener un pontífice de la primera potencia mundial hacía temer además que la CIA pudiera meter sus manos en la Iglesia.

Arzobispo emérito de Chiclayo, a unos 750 km al norte de Lima, Prevost obtuvo la nacionalidad peruana en 2015.

Dejó Perú para sumarse al gobierno vaticano, donde dirigió el importante dicasterio para los Obispos, que tiene la destacada función de aconsejar al papa sobre los nombramientos de los jerarcas de la Iglesia.

Tras la muerte de Francisco, Prevost dijo que aún quedaba «mucho por hacer» en la transformación de la Iglesia.

«No podemos parar, no podemos retroceder. Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la Iglesia sea hoy y mañana, porque el mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el mismo que el mundo de hace 10 o 20 años», dijo el mes pasado a Vatican News.

«El mensaje siempre es el mismo: proclamar a Jesucristo, proclamar el Evangelio, pero la manera de llegar a las personas de hoy, los jóvenes, los pobres, los políticos, es diferente», añadió.

Misionero en Perú

Fue uno de los cardenales más cercanos a Francisco, cuyo pontificado generó resistencias dentro de los sectores más conservadores.

Pero al mismo tiempo, su sólida formación en Derecho Canónico tranquiliza en estos círculos que buscan un enfoque más centrado en la Teología.

Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago y asistió a un seminario menor de la Orden de San Agustín en San Luis como novicio antes de graduarse en Matemáticas en Filadelfia.

Políglota, estudió Derecho Canónico en Roma, donde también obtuvo un doctorado.

Se unió a los agustinos en Perú en 1985 para la primera de sus misiones en el país andino.

Al regresar a Chicago en 1999, fue nombrado prior provincial de los agustinos en esa región estadounidense y posteriormente prior general de la orden en todo el mundo.

Regresó a Perú en 2014 cuando Francisco lo designó administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo.

Casi una década después, entró en la curia en sustitución del cardenal canadiense Marc Ouellet, que fue acusado de agredir sexualmente a una mujer y renunció por motivos de edad. Entonces, el difunto pontífice lo nombró también presidente de la comisión pontificia para América Latina.

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