CRACOVIA.- Como hizo en México durante su viaje apostólico, el Papa visitó hoy aquí un hospital pediátrico, ofreció una dosis de “cariñoterapia” a los internos y pidió no abandonar a los niños que padecen enfermedades. Tras vivir una mañana impactante en su visita al campo de exterminio de Auschwitz, Francisco dedicó la primera actividad de la tarde a recorrer el Hospital Pediátrico Universitario de Prokocim, donde saludó uno por uno a numerosos pequeños.
“Me gustaría poder estar un poco cerca de cada niño enfermo, junto a su cama, abrazarlos uno a uno, escuchar por un momento a cada uno de vosotros y juntos guardar silencio ante las preguntas para las que no existen respuestas inmediatas. Y rezar”, confesó al momento de tomar la palabra. Deseó que todos los cristianos sean capaces de estar al lado de los enfermos con el silencio, con una caricia y con la oración, pero constató que la sociedad actual está contaminada por la “cultura del descarte”, que es lo contrario de la cultura de la acogida. Estableció que las principales víctimas de esa “cultura del descarte” son precisamente las personas más débiles y más frágiles; lo cual calificó como una crueldad. No obstante, consideró “hermoso” el trabajo del hospital, donde los más pequeños y necesitados son acogidos y cuidados, por eso agradeció a todo el personal por el “signo de amor” que ofrecen poniendo en el centro de la atención social y política las personas más desfavorecidas.
“A veces, las familias se encuentran solas para hacerse cargo de ellos. ¿Qué hacer? Desde este lugar, donde se ve el amor concreto, diría: multipliquemos las obras de la cultura de la acogida, obras animadas por el amor cristiano, el amor a Jesús crucificado, a la carne de Cristo”, llamó. “Servir con amor y ternura a las personas que necesitan ayuda nos hace crecer a todos en humanidad; y nos abre el camino a la vida eterna: quien practica las obras de misericordia, no tiene miedo de la muerte”, añadió. Terminado su discurso, el Papa saludó a un grupo de niños enfermos presentes, muchos de los cuales estaban en sillas de rueda o acompañados por sus padres. Luego realizó una visita privada por algunos pasillos del pabellón de emergencia y se dirigió a la capilla, donde rezó unos instantes en silencio. El Universitario es el hospital pediátrico más grande del sur de Polonia, atiende cada año a 30 mil enfermos internados y 200 mil pacientes en los consultorios externos.
Notimex/JRGA