BAGDAD.- El primer ministro de Irak, Haider al-Abadi despidió hoy al jefe de seguridad de Bagdad y a otros dos altos cargos, después de dos ataques en la capital del país que dejaron alrededor de 330 muertos.
La violencia en la nación musulmana se ha intensificado en las últimas semanas, sin que los esfuerzos del ejército iraquí logren contener a extremistas sunitas y yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), cuyas acciones se han vuelto cada vez más frecuentes y mortales. En el último episodio violento, atacantes suicidas mataron al menos a 35 personas e hirieron a más de 60 en un santuario chiita en la ciudad iraquí de Balad, a unos 50 kilómetros al norte de Bagdad, informaron fuentes de la policía local. Ese ataque, registrado la noche del jueves, comenzó con una lluvia de fuego de mortero sobre la mezquita Mohammed Sayyid, donde feligreses celebraban el Eid al-Fitr, festividad que marca el final del Ramadán, mes sagrado musulmán. Un atacante se inmoló frente a policías que custodiaban la entrada del santuario, otros dos hombres armados irrumpieron en el patio donde dispararon contra los civiles, y posteriormente uno de ellos detonó los explosivos que portaba y el otro murió ante de hacer lo mismo.
Esta agresión contra la comunidad chiita tuvo lugar cinco días después de un doble ataque perpetrado por los yihadistas del EI en la zona de Karrada de la capital iraquí, que dejaron al menos 292 muertos y más de 200 heridos. El elevado saldo mortal llevó al ministro iraquí del Interior, Mohammed al-Ghabban, a presentar su renuncia por considerar que la dependencia a su cargo “falló en la seguridad”, aunque dijo que la revocaría si se reforma el aparato de seguridad
En medio de crecientes protestas por los recientes ataques, Al-Abadi relevó este viernes al comandante de seguridad en Bagdad, al jefe de inteligencia del Ministerio del Interior y a otro funcionario de seguridad nacional, según reportes de la cadena de noticias Al Yazira. Desde 2014, los combatientes islamistas ocuparon grandes extensiones de Irak, pero en los últimos meses han perdido terreno ante la ofensiva que el ejército iraquí conduce en su contra con el apoyo aéreo de una coalición liderada por Estados Unidos. La reciente escalada violenta es una respuesta de los militantes armados a los reveses que han sufrido en el campo de batalla, como la reciente pérdida de la ciudad de Falluja. Sin embargo, el gobierno iraquí es acusado de no hacer lo suficiente para proteger a los ciudadanos.
Notimex/JRGA