LONDRES,- El dióxido de nitrógeno se transformó en gas tóxico en diciembre de 1952, acabando con miles de personas y afectando a muchos miles más. Londres es característica, entre otras cosas, por su tiempo lluvioso y su densa niebla. Uno puede fácilmente unir al Big Ben y a la niebla en una misma postal.
Sin embargo, la niebla protagonizó en 1952 uno de los peores desastres en la historia británica. Combinada con los humos de las fábricas y la quema de carbón en las casas para calentarse, creó una intensa capa que cubrió la ciudad durante cinco días causando 12.000 muertos y otros cientos de miles de heridos. Todavía hoy está considerado el peor caso de polución en el continente europeo y las razones exactas que lo produjeron eran desconocidas. Hasta ahora.
Durante mucho tiempo los investigadores habían conectado las emisiones producidas por la quema de carbón y la niebla pero se desconocía con exactitud el proceso químico que convertía a esa niebla en letal. Ahora, un amplio grupo internacional de científicos de China, Reino Unido, Estados Unidos e Israel creen haber desvelado el misterio. El dióxido de nitrógeno (NO2) que contenía la niebla natural de Londres y que era un compuesto de la quema de carbón parece ser el factor clave para una una reacción química que convirtió al dióxido de azufre en ácido sulfúrico. El estudio ha sido publicado por la revista científica académica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El investigador Renyi Zhang, distinguido profesor de Ciencias Atmosféricas en la Universidad de Texas (EEUU) y co-líder del estudio, atiende a EL ESPAÑOL por teléfono desde Austin. «La gente siempre ha sabido que el sulfato fue un gran contribuyente a la creación de la niebla y que las partículas de ácido sulfúrico se formaron a partir de dióxido de azufre liberado por el carbón quemado en las casas y en las fábricas pero la forma en que el dióxido de azufre se transformó en ácido sulfúrico no estaba clara».
«Otro aspecto clave es que la transformación del dióxido de azufre en sulfato es que produce partículas ácidas pequeñas», señala Zhang. «La niebla londinense formada por partículas más grandes permitió a las partículas ácidas generadas por el sulfato distribuirse de forma uniforme». De esta forma, cuando la niebla natural comenzó a evaporarse lo que quedó fue una niebla formada por partículas ácidas que cubría la capital británica.
Desde Londres, William Collins, profesor de Química Atmosférica en la Universidad de Reading, destaca a la importancia de este estudio. «Llevamos años estudiando los procesos químicos en la polución del aire y cada día aprendemos más. Esta investigación demuestra un nuevo proceso de oxidación entre el dióxido de azufre y el ácido sulfúrico y que otra reacción química es importante en los procesos de polución de grandes ciudades y en la Gran Niebla de Londres de 1952. Hasta ahora no habíamos podido replicar en ciudades modelos con altos niveles de dióxido de nitrógeno».
La revelación del misterio, no obstante, fue casual. El equipo estaba estudiando la contaminación del aire en diferentes ciudades de China que, curiosamente, comparten una composición química similar a de la niebla letal londinense. Las diferencias, apura en destacar Zhang, es que «en China la niebla está formada por nanopartículas, mucho más pequeñas que las que forman la neblina londinense» y esto, asegura, impide que en alguna ciudad china pueda darse un caso como el de Londres en 1952: «la niebla de Londres era altamente ácida y, curiosamente, la niebla de China es casi neutra hoy en día».
El profesor Zhang espera que los hallazgos de su equipo sirvan a China para luchar contra la polución. «Una mejor comprensión de la química del aire es la clave para el desarrollo de medidas reguladoras eficaces. La reducción de las emisiones de dióxido de nitrógeno por parte de fábricas y automóviles y la disminución del amoníaco, usado en fertilizantes, suelen ser medios efectivos para interrumpir la formación de sulfatos».
Mientras tanto, en Londres, tras el episodio de caos vivido en 1952 que casi le costó el puesto a Churchill el Parlamento aprobó en 1956 la Ley del Aire Limpio que prohíbe la presencia de azufre en los combustibles y la quema de carbón y petróleo en la capital del país.
Hoy en día la niebla en Londres no es ya ni tan frecuente ni tan espesa y, desde luego, no está formada por la quema de carbón, sin embargo los niveles de polución siguen estando muy por encima de las directivas europeas.
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