MEDELÍN,- En un exclusivo parque de Medellín, Colombia, el rostro del narcotraficante más famoso revive en cada pincelazo de un artista cada vez más demandado por turistas extranjeros. El colombiano Wilson Rojas se dedica a la pintura hace dos décadas.
Por largo tiempo, y aún hoy, los cantantes Bob Marley, John Lennon y Elvis Presley fueron los protagonistas de sus lienzos. Incluso la diva Marilyn Monroe tuvo cabida en sus cuadros estilo pop-art.
Pero este año este artista de 47 años quiso experimentar y encontró en los retratos del temido líder del Cartel de Medellín una buena fuente de ingresos. «Es el cuadro que más se vende en el Parque Lleras. Vender un cuadro de Pablo Escobar es tener dinero en el bolsillo», dice Rojas a la AFP.
De lunes a sábado, siete horas al día, se sienta a dibujar en este parque en el acomodado barrio El Poblado, en el sureste de Medellín, la ciudad marcada a sangre y fuego por el auge de Escobar. Para cada obra, la mayoría de un metro de alto por 70 centímetros de ancho, tarda entre dos y tres días.
Cada mes vende hasta tres retratos -lienzos sobre óleo- de cantantes, modelos o actrices. Pero con Escobar es un tema aparte: por encargo o entrega inmediata comercializa entre cinco y seis mensuales, cada uno con un valor que oscila entre los 350.000 y 400.000 pesos (entre 120 y 130 dólares).
«El colombiano no quiere los cuadros, pero el extranjero sí (…). Me parece curioso que lo compren los gringos», afirma sobre los retratos de «El Patrón», como se conocía al capo, objetivo número uno de las autoridades de Estados Unidos hasta el 2 de diciembre de 1993, cuando cayó abatido por la policía.
Los estadounidenses están entre sus mayores compradores, así como los cubanos y los puertorriqueños que visitan el Lleras, uno de los lugares más frecuentados de la ciudad, la segunda del país, por su oferta gastronómica y sitios de fiesta.
«Entre los personajes reconocidos que me han comprado un cuadro (de Escobar) está el reguetonero (puertorriqueño) Cosculluela, hace como cuatro o cinco meses (…). Me dijo que lo admiraba», explica Rojas.
El líder del Cartel de Medellín creó un imperio de droga y muerte con su millonario negocio de tráfico de cocaína, que entre la década de 1980 y principios de 1990 puso en vilo a Colombia y convirtió a Medellín en una de las ciudades con más homicidios del mundo.
Escobar amasó una fortuna que para la época lo situó como uno de los hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes. En su lucha contra la extradición de los narcotraficantes colombianos a Estados Unidos ordenó el asesinato de centenares de personas, entre ellas candidatos presidenciales, ministros, políticos, periodistas y policías.
Aunque su figura ha cobrado cada vez más destaque en la cultura popular del mundo entero, desatando una verdadera «Escobarmanía», en Colombia la sola mención de su nombre es motivo de debate entre quienes lo ensalzan como un Robin Hood moderno y quienes lo denostan por sus brutales métodos criminales.
«Algunas veces las personas me dicen que por qué pinto a ese ‘hijuetantas’. Yo les digo que cada cual tiene su criterio de si fue malo o bueno. A mí él me es indiferente, nunca tuve nada que ver con él», dice Rojas.
Producto de la polémica que despierta el personaje, que en los últimos tiempos ha sido creciente inspiración de libros, series de TV, telenovelas, películas y un sinfín de productos como camisetas, tazas y serigrafías, un inspector de la Policía le dijo hace poco a Rojas que estaba prohibido pintar a Pablo Escobar.
El artista paró de retratarlo por unos 20 días, pero amparado en el derecho a la libre expresión retomó sus labores. «Si no me lo compraran, yo no lo pinto», sostiene.
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