BEIJING,- Una alarma ha cundido entre cirujanos de la Sociedad de Transplantes en Montreal por la recepción de un trasplante de riñón por un paciente canadiense que apenas esperó tres días en China, un proceso tan rápido usualmente indica que el órgano probablemente vino de un recluso ejecutado.
El caso aumenta las dudas entre muchos médicos sobre si China ha cumplido su promesa de cesar el uso de órganos de prisioneros ejecutados. La práctica es ampliamente condenada por la Organización Mundial de Salud y otros por temores sobre prácticas coercitivas y de que pueda alentar ejecuciones.
China trató de usar la decisión de la Sociedad de Trasplantes de realizar su reunión anual en Hong Kong este mes como validación de su programa de trasplantes. Pero el doctor Philip O’Connell, presidente de la sociedad, rechazó esa interpretación, aunque parece que algunas reformas habían sido exitosas.
«Sabemos que eso no va a cambiar en un día», dijo O’Connell. «No va a pasar de un sistema que usaba órganos de prisioneros ejecutados, basado en corrupción y en el que los órganos se compraban … a un sistema que es completamente abierto, transparente y ético».
En un país que rutinariamente suprime discusiones de derechos humanos y reprime a abogados y grupos independientes, funcionarios del gobierno y la prensa estatal han sido relativamente francos sobre los problemas de China con la donación de órganos.
El doctor Huang Jiefu, jefe del sistema que supervisa los trasplantes en los hospitales chinos, ha sido el rostro público de los esfuerzos del país para cambiar sus prácticas de trasplantes. En el 2005, Huang admitió públicamente que médicos usaban órganos de prisioneros ejecutados. En el 2011, él y otros funcionarios estimaron que 65% de los órganos tomados de muertos provenían de reclusos ejecutados.
En una entrevista el viernes con The Associated Press, Huang dijo que estaba confiado en que los hospitales bajo su supervisión estaban empleando órganos donados, pero admitió que las cirugías con órganos de mercado negro persisten.
«Aún nos queda mucho por avanzar», dijo.
Huang, ex viceministro de Salud, dijo que él habla con altos funcionarios sobre las reformas necesarias para ganar la confianza mundial. Entre estas, dijo, está una batida contra el tráfico de órganos y más regulaciones sobre cómo son procurados los órganos. China necesita además entrenar a muchos más médicos y hospitales para realizar las cirugías, dijo.
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