LONDRES, Inglaterra.- Los ministros de Exteriores del G7 –reúne a las naciones más industrializadas del planeta- y condicionaron su razón para no imponer sanciones a Moscú por su alianza con el gobierno de Bashar al-Assad. Sin embargo, Rex Tillerson, secretario de Estado de Estados Unidos llegó a Moscú para presionar a Vladimir Putin y olvide su apoyo al presidente sirio..
Antaño, las gestiones de Tillerson con Moscú fueron buenas, pero ahora resultan irrelevantes debido al profundo compromiso del mandatario ruso con Siria. Putin no está necesariamente apegado a Al Asad pero no quiere ver el colapso del gobierno de un país en el que tiene intereses estratégicos, políticos y personales, y en el que ha hecho una gran inversión militar y económica.
«La intervención en Siria, combinada con el triunfo electoral de Donald Trump en EE.UU. (que muchos atribuyen a una manipulación de Moscú), es el mayor éxito de Putin en los últimos años», comentó Famil Isamilov, editor de noticias del Servicio Ruso de la BBC.
Después de las sanciones impuestas por el gobierno del expresidente Barack Obama y la Unión Europea, tras la anexión de Crimea y el conflicto en Ucrania, Occidente le había dado la espalda a Moscú. Rusia iba camino a convertirse en un estado paria.
«Con su intervención en Siria, Putin le dio la vuelta a esa situación. Abrió un espacio internacional de prestigio para él y para Rusia», señaló Ismailov. «Se mostró como un líder en el combate contra el terrorismo y también como el único capaz de resistir la imposición de EE.UU. en el mundo».
El analista de política internacional y experto en el Medio Oriente, Mariano Aguirre, coincide en que lo último que quiere Moscú es que caiga el gobierno sirio y el poder pueda ser tomado por uno o varios grupos yihadistas. «Moscú teme que Siria se transforme en una ‘zona franca’ para este tipo de milicias y que desde ahí se coordinen y operen con islamistas radicales en Rusia», comentó a BBC Mundo el analista internacional.
En términos de los intereses políticos, Putin balancea dos elementos: el internacional y el interno. En cuanto a la política exterior, con su alianza con el gobierno en Siria, Rusia regresa a la refriega en el Medio Oriente, después de estar mucho tiempo marginado.
«Los verdaderos poderes en la región son locales: Irán, Israel, Arabia Saudita, Turquía. Ni Estados Unidos ni Rusia ni Europa tienen hoy el peso que tuvieron en los dos siglos anteriores», explicó. «Hoy la influencia se logra haciendo alianzas con los poderes locales».
«Muchos países de Medio Oriente han recurrido a Rusia para asesoría, apoyo y armas», expresó el editor del Servicio Ruso de la BBC. «En primer lugar, Irán es prácticamente el más fuerte aliado de Moscú. Pero representantes de los gobiernos en Libia, Egipto y Líbano han viajado recientemente a Moscú» indicó. El rey de Jordania, viajó en enero para formular estrategias para combatir el terrorismo en la región y discutir asuntos de cooperación económica.
Inclusive Arabia Saudita, visto como el país de la región más cercano a Occidente, entró en conversaciones con Rusia por primera vez en varios años para buscar estabilizar el mercado de crudo.
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