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Silicon Valley y la agenda nacionalista de Trump

Silicon Valley y la agenda nacionalista de Trump

SAN FRANCISCO,- La agenda nacionalista que Donald Trump establece como base de su política choca contra la pujante fuerza de Silicon Valley. A raíz de su decisión se originó una protesta en el Aeropuerto Internacional de San Francisco por el aspecto de la migración.

Buena parte de la población de Silicon Valle, programadores de software, expertos en mercadotecnia y directores ejecutivos tenían la esperanza de encontrar un terreno común con la nueva administración. Ese optimismo se convirtió en furia y determinación. La disposición se traduce en una herida para los principales valores que se profesan. Es el choque de dos cosmovisiones: el mantra de la globalización que sustenta el avance de la tecnología y la agenda nacionalista de la nueva administración.

Para Reed Hastings director ejecutivo de Netflix , “es hora de unir esfuerzos para proteger los valores estadounidenses de la libertad y la oportunidad”. Brian Chesky, director ejecutivo de Airbnb, señaló lo mismo: “Debemos apoyar a quienes resulten afectados”, dijo.



Sergey Brin, un fundador de Google, quien inmigró desde la Unión Soviética cuando tenía seis años, pareció tomarse la sugerencia literalmente y asistió a una protesta espontánea el sábado en la noche en el Aeropuerto Internacional de San Francisco. Cuando algunos de los manifestantes se dieron cuenta de que el décimo hombre más rico de Estados Unidos estaba con ellos, le pidieron que se tomara selfis con ellos. Aceptó de buena gana.

“Estoy aquí porque soy un refugiado”, dijo Brin, según un manifestante.

La reacción de las empresas tecnológicas fue más contundente que otras industrias. Casi todos en Silicon Valley llegaron de algún otro lugar: son descendientes de inmigrantes. En la lista figura  el ciudadano más famoso de Silicon Valley: Steve Jobs, el cofundador de Apple, cuyo padre biológico inmigró desde Siria en 1954. La orden de Trump proclamó que “la entrada de nacionales sirios como refugiados es perjudicial para los intereses de Estados Unidos” y se suspendería de manera indefinida.

Mark Zuckerberg, el director ejecutivo de Facebook, dijo que sus bisabuelos habían venido desde Alemania, Austria y Polonia, y que los padres de su esposa, Priscilla Chan, fueron refugiados de China y Vietnam. “Como a muchos de ustedes, me preocupa el impacto de las recientes órdenes ejecutivas firmadas por el presidente Trump”, escribió Zuckerberg en su perfil de Facebook.



Incluso algunos de los que trabajan de manera cercana con la administración de Trump criticaron las medidas. Elon Musk, director ejecutivo de Tesla y SpaceX, quien es parte de dos de los comités consultivos de Trump, dijo que el veto “no es la mejor manera de abordar los desafíos del país”. Musk nació en Sudáfrica.

Aaron Levie, director ejecutivo de Box, la empresa de almacenamiento de información, escribió en Twitter que “en todos los niveles —moral, humanitario, económico, lógico, etcétera— este veto está mal y es completamente antitético con los principios de Estados Unidos”.

Levie dijo en una entrevista que “hubo una respuesta rotunda por parte de la industria tecnológica, lo cual demuestra lo inaceptable que es la prohibición”. Señaló que, más allá del tema del legado familiar y el empleo, a Silicon Valley le importa la inmigración porque sus empresas se esfuerzan por operar en todo el mundo.

“Casi todos los productos de las empresas —Google, Apple, Airbnb— tienen una base mundial de clientes”, dijo Levie. “Estas decisiones políticas tienen implicaciones reales para nuestros socios, clientes y competidores. Por eso es que estamos viendo esta reacción”.

El gobierno de Trump empezó hace poco más de una semana, pero su relación con Silicon Valley ya es complicada. A la industria de la tecnología no le gustaba Trump como candidato presidencial, a pesar de la forma en que adoptó Twitter.

Stephen Bannon, su principal estratega, dijo en 2015 que “dos tercios o tres cuartos de los directores generales en Silicon Valley son del sur de Asia o de Asia”, una declaración que muchos en Silicon Valley percibieron como racista.

A Murtadha al Tameemi, de 24 años, un ingeniero de software en Facebook que nació en Irak, un abogado de la empresa le dijo el martes que necesitaba acortar una visita a Canadá y regresar a Estados Unidos. La empresa temía que no le permitieran regresar al país porque se esperaba que el mandatario firmara una orden ejecutiva que prohibiría su entrada.

“Puede que sea por mi ingenuidad acerca de cómo interactúan las empresas y los políticos, pero no interpreto la oposición de la comunidad tecnológica al presidente como una postura política”, dijo Al Tameemi. “Parecía más un asunto de valores que un tema que los impacte directamente”.

Las empresas tecnológicas más grandes tendieron a ser menos contundentes en sus reacciones a la orden ejecutiva. Google dijo que estaba “preocupada”. Apple dijo: “No es una política que respaldemos”. Amazon solo dijo que estaba comprometida con la diversidad. En Oracle no respondieron a las peticiones para que comentaran al respecto.

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