La polémica está a la orden, además de los estados de la Unión Americana que han legalizado el uso de la marihuana, el caso más reciente agregado a esta creciente ola es Argentina y este hecho hace que el debate sobre la legalización de las drogas es ahora uno de los más acalorados.

Mientras los defensores de la prohibición argumentan  que drogas como la marihuana o la cocaína tienen efectos altamente nocivos para la salud, que generan dependencia física y psicológica, y que deben considerarse ilegales, desde sectores más liberales se explica que los peores efectos sociales de las drogas se producen, no tanto porque haya personas que las consuman, sino como consecuencia de su ilegalidad.

Por otra parte, resulta paradójico que en la mayoría de países existan sustancias psicoactivas legales, como el alcohol, mientras otras están prohibidas, sin que existan criterios objetivos claros sobre las razones de por qué unas son declaradas ilegales mientras que a otras no se las persigue, pese a que pueden ser igual o más nocivas.

Desde el mundo liberal se plantea que contrario a perseguir a los carteles de las drogas y a los consumidores, la forma más eficiente y razonable de abordar el problema es la legalización; permitirle a cada individuo que decida, en su autonomía, si quiere o no consumir sustancias que perjudican su salud. La legalización, además de ser lo más sensato desde el punto de vista ético, resolvería los fenómenos de violencia que se generan alrededor del narcotráfico.

¿Por qué legalizar las drogas es la mejor y más eficaz política de paz? ¿Tiene el Estado legitimidad para legislar sobre la sustancias que los individuos consumen? ¿Se ha disparado el consumo de drogas en países que han optado por la legalización?. Falta mucho camino para definir sobre tan delicado asunto.

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