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2 de octubre de 1968: los cambios después de Tlatelolco

Angélica Ferrer

Por: Angélica Ferrer

hace 2 años

2 de octubre de 1968: los cambios después de Tlatelolco

Imagen: Cortesía: Wikipedia

  • La matanza ocurrida en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco marcó un antes y un después en la historia del país.
  • Los movimientos estudiantiles se modificaron tras este acontecimiento.
  • Estos son los cambios que surgieron en México tras aquella fecha.

El 2 de octubre de 1968 no se olvida y los cambios tras la matanza en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, aún son visibles en esta época.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), ese día fallecieron más de 300 personas, en su mayoría, estudiantes que acudieron al mitin en este sitio.

Pero, ¿qué tantos cambios hemos visto desde el 2 de octubre de hace 53 años? Este es un compendio de las modificaciones ocurridas.



1. Reformas educativas

Uno de los avances que dejaron las movilizaciones de 1968, y esto tras la matanza del 2 de octubre, fueron las reformas a la educación en diversos niveles.

«La concepción general en que se apoya la educación mexicana sólo responde, en parte, a los apremios de nuestro tiempo y no ha logrado aplicarla cabalmente (…). Se requiere seleccionar los conocimientos necesarios y proporcionarlos al educando coordinadamente, adoptar métodos pedagógicos modernos (…), eliminar obsoletos programas demasiado minuciosos y sustituirlos por otros de menos cantidad, de más calidad (…). Debemos enseñar a pensar, a entender, a actuar, a tolerar, y lo que es muy importante, enseñar a aprender», según el mandatario Gustavo Díaz Ordaz en su último informe de gobierno.

Durante los primeros años de su sucesor, Luis Echeverría, se promovieron las primeras medidas.

«La expansión de la capacidad instalada de educación básica y secundaria, un notable crecimiento de la matrícula en los niveles de educación media y superior, atención educativa a la población de adultos, actualización de métodos de enseñanza, reestructuración curricular y reorientación de contenidos educativos, y reorganización administrativa y descentralización institucional», de acuerdo con el Seminario de Educación Superior de la UNAM.



2. La unión de las y los estudiantes

El movimiento de las y los estudiantes en 1968 demostró que la comunidad podía unirse pese a pertenecer a instituciones diversas, como el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Aunque las manifestaciones iniciaron tras un pleito entre el alumnado de la Preparatoria «Isaac Ochoterena» y de las vocacionales 2 y 5 del IPN, la represión por parte de las fuerzas policiales se hizo evidente.

Y la intervención de elementos armados fueron apareciendo conforme las y los estudiantes se manifestaban para protestar contra el gobierno.

No obstante, no claudicaron. La unión de las y los jóvenes era respaldada desde las aulas por las y los docentes. Prueba de ello fue la marcha del 1 de agosto de 1968, cuando el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, marchó con ellos para manifestarse contra la intervención de las instalaciones de las casas de estudio más importantes del país.

«En la medida en que sepamos demostrar que podemos actuar con energía, pero siempre dentro del marco de la ley, tantas veces violada, pero no por nosotros, afianzaremos no solo la autonomía y las libertades de nuestras casas de estudios superiores, sino que contribuiremos fundamentalmente a las causas libertarias de México», afirmó en su discurso.

3. ¿Libertad de expresión?

Aunque el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz se jactaba de ser «tolerante hasta el exceso», la realidad era muy distinta.

Los medios de comunicación tenían una línea editorial delimitada por lo que le parecía adecuado al mandatario (había autocensura); recordemos que Díaz Ordaz era secretario de Gobernación cuando se instauró el Día de la libertad de prensa en México.

Se demostró de una manera cruenta el 3 de octubre, un día después de la matanza de Tlatelolco.

«Las editoriales de este día mostraron que, en efecto la prensa actuó de manera responsable, pero con el Gobierno de Díaz Ordaz y no con la opinión pública y la sociedad civil; se le olvidó que tenía que servir de traductora de los acontecimientos nacionales y no de simple notoria que validaba la postura oficial», precisaron Anderson Paul Gil Pérez y Sergio Arturo Sánchez Parra en el ensayo «El día de la libertad de prensa en México como medio de control del Gobierno sobre la prensa, 1951-1969«.

…Y Oriana Fallaci

Otro punto a destacar es la cobertura que hizo la reportera Oriana Fallaci, corresponsal de L’Europeo, quien se encontraba en México antes de las Olimpiadas de 1968.

«Desde que llegué a México me llamó la atención la lucha de los estudiantes contra la represión policíaca. Me asombran también las noticias en sus periódicos. ¡Qué malos son sus periódicos», declaró a Elena Poniatowska en el libro «La noche de Tlatelolco».

Durante el mitin en la Plaza de las Tres Culturas, Fallaci se encontraba en el edificio Chihuahua, donde resultó herida. Al salir de México, juró jamás volver, pero su experiencia la narró en la revista The Look.

«Me han disparado, me han robado mi reloj, me dejaron desangrarme ahí en el suelo del edificio Chihuahua, me negaron el derecho a llamar a mi embajada (…). Quiero que la delegación italiana se retire de los Juegos Olímpicos; es lo menos que pueden hacer. Mi asunto va a ir al Parlamento, el mundo entero se va a enterar de lo que pasa en México, de la clase de democracia que impera en este país, el mundo entero. ¡Qué salvajada!», señaló.

Así fue como este acontecimiento se dio a conocer a nivel mundial y México, que estaba en el «foco» por la justa olímpica, se colocó aún más en la prensa internacional. Este fue uno de los cambios tras el 2 de octubre de 1968: la información comenzó a difundirse de manera más expedita.

 

4. Desaparición forzada

Meses antes, y como punto cumbre el acontecimiento en Tlatelolco, se denunció la desaparición forzada de líderes de grupos contra el gobierno y de personas que se manifestaban contra el presidente Gustavo Díaz Ordaz o cualquier fuerza política o judicial en turno.

El 27 de noviembre de 2001, la CNDH emitió una recomendación (26/2001) para que el gobierno en turno (y en adelante) evitara los hechos ocurridos en materia de desaparición forzada, esto desde 1960 hasta 1980.

«De igual forma recomendó que en los casos en donde se acreditó la desaparición forzada, en atención al lugar en donde pudo ubicarse con vida por última ocasión a las personas, se revise la posibilidad de reparar el daño, mediante servicios médicos, de vivienda, educativos y otras prestaciones de índole social, a los familiares de las víctimas de la desaparición forzada», menciona en su sitio web.

5. El inicio de la alternancia política

El 2 de octubre de 1968 fue un parteaguas en la política, uno de los mayores cambios en el país. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que tenía el poder en ese entonces con Díaz Ordaz, comenzó a mermar su imagen no solo ante el electorado del país, sino a nivel mundial.

Una prueba de ello es el testimonio de Fallaci, quien evidenció la manera en la que actuaba la administración federal para ocultar información y amedrentar a las personas que se manifestaban en su contra.

Esta imagen empeoró cuando ocurrió la matanza del Jueves de Corpus, conocida como «El Halconazo», en 1971. Y continuó con diversos hechos, como el asesinato del candidato a la Presidencia, Luis Donaldo Colosio, el Fobaproa, el levantamiento del EZLN, entre otros.

Para las elecciones del año 2000, el poder del PRI decayó fuertemente. El abanderado para los comicios, Francisco Labastida, no pudo ganar al contendiente del Partido Acción Nacional (PAN), Vicente Fox, ocurriendo la alternancia.

Si bien el grupo priista regresó al poder en 2012, con el triunfo de Enrique Peña Nieto en las votaciones federales, volvió a perder la silla presidencial cuando Andrés Manuel López Obrador ganó, tras postularse por tercera ocasión, los comicios en 2018.

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