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Bergoglio: un pontificado sencillo

Bergoglio: un pontificado sencillo

MILÁN, Italia.- Desde que Jorge Mario Bergoglio comenzó su pontificado los temas que antes eran intocables comenzaron a modificarse rápidamente, sobre todo en los detalles.

La noche del 13 de marzo de 2013, cuando finalmente había alcanzado la mayoría de votos para convertirse en el Papa número 266, Bergoglio rechazó vestirse como lo habían hecho sus antecesores. Sin la mantilla roja que le cubriera la espalda, él sólo vistió la túnica blanca con sus mismos zapatos negros de siempre y dejó guardados los rojos marca Prada que los papas anteriores siempre usaron.

También rechazó cambiar su cruz de hierro por la de oro que, le dijeron, correspondía a su investidura. El enorme y dorado Anillo del Pescador que habían portado los papas anteriores también quedó guardado.



Después vendrían otros “detalles”, como no usar los Mercedes Benz y BMW de la Santa Sede para hacer los traslados en tierra y preferir carros menos costosos y mucho más comunes.

De lo más comentado desde el inicio de su pontificado fue su elección por quedarse a vivir en la casa Santa Martha en lugar de ir a los palacios apostólicos. Y aunque mucho se ha dicho que era también por su rechazo al lujo, después él mismo aclararía que era sólo y principalmente por no estar solo.

Papa-Francisco-mal

“No puedo vivir solo, no puedo, por motivos siquiátricos”, ha dicho Bergoglio en varias entrevistas. A su regreso de la gira por Brasil, volvió a decir a los periodistas que lo acompañaban: “Tengo necesidad de la gente, de encontrar gente y de hablar con la gente”.



Pero la elección de quedarse a vivir en Santa Martha tuvo otras consecuencias. El vaticanista Marco Politi lo resume así: “De golpe, con el permanecer de Francisco en Santa Martha, desapareció el círculo mágico de los gurús que en cada pontificado había. El grupo seleccionado por cada Papa le pretendía hacer llegar algunos pensamientos e ideas, donde lo más importante era que sólo algunos tenían acceso al Sumo Pontífice, pudiendo entrar al palacio apostólico, lo que daba también espacio para chismes”.

Sin embargo, con la llegada de Francisco, desde hace casi tres años, al Papa se le puede acercar casi cualquiera, dentro y fuera del Vaticano, lo que tiene a su cuerpo de seguridad siempre en vilo.

“Si a Juan Pablo II se le venía a ver, a Benedicto XVI a escuchar, a Francisco vienen a tocarlo”, ejemplificó así el cardenal francés Jean-Louis Tauran, cuando en octubre de 2013 le concedió una entrevista al periódico Le Monde.

Las últimas giras así lo demuestran. Brasil, Estados Unidos y Cuba han sido algunos ejemplos donde la distancia entre los millones de fieles y el Papa prácticamente ha desaparecido, pues Francisco no se inclina frente a ellos, más bien se les acerca, los toca, los abraza y se deja abrazar.

Los protocolos simplemente los evade y de la Gendarmería vaticana y la Guardia Suiza también ha dicho que bien podría evitarlos, aunque aprecia su fidelidad.

El otro cambio de Bergoglio

Pero los cambios no han sido sólo en el Vaticano. Quienes conocieron de cerca a Jorge Mario Bergoglio antes de convertirse en Papa reconocen en él un cambio significativo.

“En Buenos Aires no era así. Una vez que se ha puesto la túnica blanca, parece que se rompió su antiguo caparazón de timidez y pudor… Era mucho más silencioso e introvertido”, le cuenta el padre Pepe di Paola a Politi en una entrevista que el segundo le hizo al primero en Argentina.

Asimismo, José María Poirier, director de la revista cultural argentina Criterio, le confesó que antes de convertirse en Papa a Bergoglio lo veía “casi triste, preocupado siempre, y casi nunca sonreía”.

Incluso entre los jesuitas de Roma había quien opinaba que Bergoglio “estaba muy encerrado en sí mismo”, por su carácter tan introvertido.

En el Vaticano a esta “aura” especial de un nuevo Pontífice la llaman “gracia de estado”, como si el Espíritu Santo le diera al nuevo elegido dotes nuevas.

Así, desde el inicio de su pontificado, la imagen de Bergoglio cambió, arrastrando también la imagen de la Iglesia, principalmente por la simplicidad de su lenguaje.

“Buenas noches”, fue lo primero que dijo ante la multitud que aguardaba para conocer al nuevo Pontífice, misma a quienes pidió rezar por él para que Dios lo bendijera.

Tommaso Stenico, autor de uno de los dos libros que salieron a finales del año pasado sobre el vocabulario del Papa, afirma que es precisamente a través de sus palabras como se conoce el pensamiento auténtico de cada personaje, por ello, a través de 270 palabras (o ideas) que eligió de los discursos y/o entrevistas que ha dado en estos casi tres años el papa Francisco, analiza el pensamiento “del Papa que vino del fin del mundo”.

Para Pietro Parolin, secretario del Estado Vaticano y quien escribió el prefacio del otro libro sobre el vocabulario del Papa, donde sólo eligieron 50, las palabras de Francisco “abren, abrazan y facilitan el acercamiento de los fieles a la Iglesia”.

“La única y verdadera estrategia de comunicación de Francisco es la adhesión confiada y serena al Evangelio, pues el hablar de Bergoglio es un sermón humilde, capaz de hablarle a todos. Francisco pone al interlocutor, cualquiera que éste sea, en una condición de paridad y no de distancia”, señala Parolin.

Pero en realidad el papa Francisco se ha revelado como un comunicador extraordinario, porque en sus discursos, homilías y documentos que se replican en todo el mundo, se afrontan todos los temas fuertes de nuestro tiempo. “Además, sus palabras, por muy simples que sean, pues hasta los niños las entienden, son una ayuda para entrar en profundidad a su obra como guía pastoral de la Iglesia de Roma y del mundo”, señala Salvatore Mazza, uno de los periodistas que contribuyó en el libro.

Palabras como anciano, abuso, corrupción, homosexual, niño, mujer, misericordia, migración, pobreza o ternura, por sólo mencionar algunas, en los tiempos de Francisco han tomado otra dimensión y otra relevancia.

“En sus mensajes simples, pero siempre directos, que provienen de una reflexión teológica profunda, el Papa busca el sentido de las palabras y logra la manera de que éstas lleguen directo”, expresa Mazza.

Hace casi un año, el 12 de marzo de 2015, cuando la corresponsal de Televisa Valentina Alazraki le preguntó a Bergoglio, a propósito de sus dos primeros años de pontificado, que cómo le gustaría ser recordado, éste simplemente contestó:

“Continuaré haciendo lo mismo y hablaré como hablo yo, como un párroco, porque me gusta hablar así. Así he hablado siempre. No sé si sea un defecto, pero la gente me entiende”.

excelsior/r3