SAN LUIS POTOSÍ,- La llegada de los combustibles y la electricidad ha permitido de alguna forma a que uno de los oficios más antiguos en la entidad, se resiste a desaparecer pese al tiempo: el carbonero. Eusebio Alvarado Loredo, uno de los pioneros en este oficio y quien trabaja desde los cinco años de edad, destacó que gracias a que su padre le enseñó a trabajar este negocio heredado de sus abuelos, ha podido dar estudios a sus cuatro hijos y sacar adelante a su familia.
Recordó que cuando inició en el negocio de carbonero, “había un promedio de 250 carbonerías en la ciudad y actualmente subsisten 10 que están reconocidas por la organización”.
Alvarado Loredo es el tercero de siete hijos y el único que se dedicó a este oficio como su padre, la cual dijo le ha dejado muchas satisfacciones. Aseguró que es un oficio que ejerce por convicción y el cual conoce a detalle.
“Cuando inicié, el costo del kilo de carbón era 10 centavos y en aquel entonces se vendía en las carbonerías leña, carbón, petróleo, braceros o anafres, ocote para prender el carbón, sopladores que eran de petate y las tenazas para agarrar las brasas de carbón, mi padre fundó la primera Organización de Carboneros en San Luis Potosí en 1932”, indicó.
Señaló que el carbón era el principal combustible utilizado para elaborar tortillas y tamales en las fondas y quienes vendían tacos o gorditas en la calle, en las casas había fogones en las cocinas construidos de ladrillo y para su uso se requería el carbón.
“El uso del carbón era muy importante para todo hace más de 50 años, además que en aquel entonces también había planchas a las que se les ponía carbón caliente para planchar eran la única manera de hacerlo para algunas personas”, dijo. Indicó que la venta de carbón en las pocas carbonerías que aun subsisten ha disminuido hasta en un 50 por ciento, a diferencia de cómo se vendía hace años.
“Se sigue aún vendiendo mucho, pero ahora tiene otros usos, por ejemplo los que venden elotes ya no les permiten usar carbón ahora les exigen el uso de gas y eran unos de los principales consumidores”, refirió.
En San Luis Potosí sobreviven algunas carbonerías cuyo uso principal es para los asadores utilizados en los días de campo, los hornos y parrillas de algunos restaurantes que realizan platillos especiales . Resaltó que con la llegada de combustibles como el gas, las primeras estufas eléctricas y de gas, el surgimiento de electrodomésticos inundaron los hogares en los años 60 y fueron haciendo a un lado el uso de carbón.
Indicó que aquellos años cuando su padre atendía este negocio, se surtían 12 toneladas a la semana y se vendía hasta una tonelada de carbón por día, pero se tenía el privilegio que sólo se podía encontrar este producto en las carbonerías, no como hoy, que hay en cualquier lugar.
Resaltó que la decadencia en la venta del carbón surgió cuando las autoridades permitieron su comercialización en cualquier establecimiento comercial y sin ninguna regulación, como son los permisos de procedencia, de comercialización y almacenamiento del producto.
Estos permisos se exigen por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) a los pocos carboneros existentes, añadió.
«La venta de carbón salió de control cuando se permitió en grandes cadenas comerciales, tiendas de abarrotes o cualquiera desde su casa porque no hay una autoridad que los requiera, no cuentan con permisos como nosotros y quién sabe si todos declaren sus ingresos”, detalló.
Eusebio refirió que a pesar que el carbón es barato, a algunas personas se les hace caro y regatean sin ver todo lo que hay detrás de su elaboración, adquisición y transporte. “La gente compra el carbón cómodamente embolsado, pero no sabe que para obtenerlo se tuvo que esperar más de 25 años para cortar un árbol, una vez que ha sido cortado se apilan los trozos en diversas montañitas”, dijo.
Agregó que se la leña se convertirá en los hornos llamados “chacuacos” donde se lleva mínimo 10 días para trasformar la madera a carbón y dos más para que se enfrié, una vez listo se encostala y se transporta para su venta”, agregó.
También hay que pagar el trasporte porque cada vez se trae de lugares más lejanos, así como permisos, impuestos y la renta del local entre otros gastos para que el cliente sólo venga y lo adquiera por 10 pesos el kilo, expresó.
Dijo que está seguro que la venta del carbón da para muchos años más, porque no hay hasta el momento nada que se asemeje o que pueda sustituir los beneficios que representa, pese a que las carbonerías vayan disminuyendo.
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