El operativo «Frozen» fue anunciado por los gobiernos de México y Estados Unidos tras lo ocurrido en Culiacán, Sinaloa, por la detención y liberación de Ovidio Guzmán, hijo del narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán.

En términos simples, esta estrategia busca «congelar» el flujo de armas que entran a suelo azteca desde la nación vecina, según dijo la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana en un comunicado.

Por su parte, las autoridades de Estados Unidos también fijaron postura.

Aseguraron que van a «enfrentar de manera firme el tráfico de armas que opera de manera trasnacional» con ayuda del operativo «Frozen».

Además, señalaron que se trabajará de manera conjunta con México para que los esfuerzos en este sentido, a través de inteligencia, sean más eficientes.

Quienes presentaron la estrategia fueron Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, y Alfonso Durazo, de Seguridad y Protección Ciudadana.

Estados Unidos también espera frenar el tráfico de droga hacia su país, mientras desde el otro lado reducen el ingreso de armas a México.

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No es la primera vez

La colaboración en el rubro no es nueva entre ambos países.

Sin embargo, la última vez que ocurrió algo similar, los resultados fueron infames.

En el sexenio de Felipe Calderón se acordó el operativo «Rápido y Furioso».

La estrategia consistía en el ingreso ilegal de dos mil armas de fuego provistas de un chip para poder rastrear su paradero.

Sin embargo, se cree que los grupos delictivos se percataron de las intenciones y rápidamente desaparecieron las armas del radar.

Tiempo después, parte de este armamento apareció en escenas del crimen.

Otras 500 armas, por ejemplo, aparecieron en el 2017, cuando el Ejército y el Gobierno de Nuevo León, las decomisaron en esa entidad, Tamaulipas y San Luis Potosí.

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