CIUDAD DE MÉXICO,-  ¿Para qué sirven los empleados?, en teoría son contratados -algunos- por su capacidad, habilidad en definir situaciones, otros más instruídos, resultan capaces en generar programas que pueden redundar en el beneficio de la sociedad y cada uno se ubica en los sitios adecuados. Hay como en todas las empresas, doctores, licenciados, ecónomos, especialistas en educación, arquitectos, doctos en ciencias sociales, etc.

Sin embargo, ¿quién les paga?, por supuesto que la ciudadanía envuelta en una capa de demagogia que como círculo vicioso cada vez que se programan elecciones, es quien debe responsabilizarse de un dinero que poco o nada tiene de sentido práctico, porque quienes resultan electos, llegan bien preparados para mejorar su estatus personal, familiar y el dinero que llegan a manejar no lo invierten en obras sociales, aunque si afines a enriquecer su patrimonio.

Hay que mantener institutos electorales estatales, el famoso INE, los candidatos cuyas campañas son financiadas por el pueblo mismo, los gastos de los partidos. Ahora que se emitirá el sufragio en 13 estados, el dinero asciende a 8,50 millones de pesos, el doble de lo que costaron en 2010. Una política cara e ineficiente que no genera dividendos a la sociedad y si es el medio de enriquecimiento ilicito.

¿Por esto le debemos denominar democracia?.

En México, el costo de organizar unas elecciones y difundir las campañas es, además de incremental, opaco. El 86% de los 7,472 candidatos que optaron a un cargo de elección popular no han reportado operaciones de gastos de campaña a la Comisión de Fiscalización del Instituto Nacional Electoral (INE), de acuerdo con el último registro del organismo al 20 de mayo.

La importancia económica de los estados donde se celebrarán los comicios (Veracruz, Puebla, Tamaulipas, Chihuahua, Baja California, Sinaloa, Hidalgo, Quintana Roo, Oaxaca, Durango, Aguascalientes, Zacatecas y Tlaxcala) es crucial. Juntos, estos estados representan el 27.9% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y juntos crecieron 2.9% en promedio en 2014, por encima del 2.1% de crecimiento registrado en todo México el mismo año.

Si para jugar a la política el costo se eleva -carestía- ¿porqué se debe pagar por un espectáculo que no aporta?. Cuando menos en el futbol, se grita -o se insulta- al árbitro, jugadores y el estrés acumulado, tiene salida. ¿A los políticos, se les puede insultar?, se debería, pero como han resultado expertos en estas lídes, pues nada les causa daño alguno.

El domingo 5 de junio habrá elecciones para renovar en 967 ayuntamientos 239 diputaciones locales por mayoría relativa y 209 de representación proporcional (plurinominales). También en estos estados se elegirán gobernadores, excepto en Baja California. Todo, parece bien, sin embargo la economía nacional se resiente y quienes al término del proceso resultan electos, sus promesas de velar por los derechos de la sociedad, se las lleva el viento y se dedican a medrar, no gobernar y si rodearse de personas afines a su «política» y en este proceso, los familiares adquieren niveles de marcado ascenso.

Los spots «invitan» -porque es su función- a sensibilizar a la población para hacer acto de presencia en los comicios y cada uno de los involucrados en esta fiesta política, habla…habla…habla y la conclusión es que el discurso es el mismo, salvo algunos adjetivos que resultan de impacto y la elevación del gasto en los comicios es elevada para esta elección. Los partidos cada vez originan más gastos y reclaman al INE para «cumplir» su misión.

Después de esto, ¿la demagogia tiene algún sentido práctico?.

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