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- Mi Gusto Es se coronó como pionero en la oferta de mariscos estilo Sonora y Sinaloa en el centro del país.
- Cuenta con 20 años de historia, 15 sucursales y más de 1,500 comensales diarios.
- Esta es la historia de cómo la añoranza por la comida típica del noroeste del país se convirtió en una cadena emblemática de la Ciudad de México.
Mi Gusto Es se coronó como pionero en la oferta de mariscos estilo Sonora y Sinaloa en el centro del país y durante 20 años se ha consolidado como uno de los restaurantes más populares en su tipo. Para lograrlo, sus cuatro fundadores han recorrido un camino largo, desde una pequeña marisquería en la colonia Narvarte hasta tener 15 sucursales y atender a más de 1,500 personas diariamente.
Esta es la historia de cómo la añoranza por la comida típica del noroeste del país y el esfuerzo de dos parejas se convirtió en una cadena emblemática de la Ciudad de México, que está en ruta de recuperarse tras la pandemia.
Todo comenzó con una marisquería en la colonia Narvarte
Edgardo Estrada acababa de casarse con Gabriela Rodríguez cuando su primo Humberto le propuso abrir juntos una marisquería. Edgardo, a quien sus amigos llaman ‘Nono’, estaba buscando oportunidades de negocio en ese momento y no dudó en decirle que sí.
El concepto era simple: querían un espacio donde pudieran comer la comida típica de Sonora y Sinaloa, sus estados natales. Esa preparación de esos mariscos no estaba popularizada en la Ciudad de México, por lo que vieron un espacio de negocio.
Ocuparon un local en la colonia Narvarte que solo tenía espacio para tres mesas, para el que contrataron a un encargado entre semana y que ellos atendían los fines de semana.
«Yo le decía ‘ya deja eso’; estábamos recién casados y de lunes a viernes trabajaba en su empresa y los fines de semana estábamos en la marisquería. Además, no nos estaba dando», cuenta Gabriela Rodríguez, esposa de Edgardo y una de las cofundadoras de Mi Gusto Es.
Del mundo corporativo al de los mariscos
En ese momento, Gaby trabajaba como ejecutiva en una consultora. Cada mañana eso le suponía un trayecto de casi dos horas desde Coapa a Palmas y, aunque le gustaba, era desgastante.
Poco después de abrir Mi Gusto Es, se tomó una pausa laboral. Decidió que se dedicaría unos meses a la marisquería y posteriormente volvería a buscar trabajo.
«Dije: ya va a ser cierre de año, no vale la pena buscar ahorita. Ayudo mientras acá y aquí sigo», cuenta. Pero las cosas no fueron tan fáciles al comienzo.
Con su experiencia en temas administrativos, Gaby se dio cuenta de que había ciertos procesos que se podían optimizar para evitar la merma de producto. Entonces, comenzó a gestionar el local.
Diariamente estaba en caja, tomando pedidos y colaborando con los pocos empleados que tenían. Un día atendía mesas, otros limpiaba; los fines de semana Humberto y Edgardo la ayudaban.
Mi Gusto Es comenzó a ganar popularidad entre la comunidad sonorense y sinaloense radicada en México. Con sus paredes llenas de memorabilia de beisbol —un deporte muy popular en la región— y las preparaciones típicas, el negocio comenzó a crecer.
Un letrero que marcó la filosofía de Mi Gusto Es
Un día, todavía en Narvarte, Gaby puso un letrero de vacante laboral. Necesitaba quién le ayudara a lavar los platos. Poco después, apareció un hombre, seguido de cerca por otro.
«¿Le puede dar trabajo a mi hermano?», le preguntó el primero. Ella le respondió sin pensarlo mucho: «pues que me lo pida él».
Ante esto, el joven le explicó que su hermano, Rolando, no hablaba español, sino que pertenecía a una comunidad hablante de amusgo. Aceptó, aunque tenía sus reservas, y lo sumó a su equipo.
Ese momento resultó clave para la empresa, pues forjó uno de sus principios básicos «En México cabemos todos». Además, Rolando demostró su talento y sus ganas de salir adelante en la empresa; permaneció en Mi Gusto Es durante 18 años, donde alcanzó el puesto de jefe de Cocina en Polanco, la sucursal más importante del grupo.
«Se fue por un tema familiar, pero estamos esperándolo para cuando decida regresar», comentan Gaby y Edgardo.
Toluca, Puebla, Cuernavaca… las primeras aperturas
Un año después de abrir sus puertas en Narvarte, Mi Gusto Es inauguró una segunda sucursal en Toluca. Esta era administrada por Maricela Valverde, esposa de Humberto.
El matrimonio vivía allá y habían identificado un área de oportunidad para expandirse, aprovechando el éxito del primer local.
«Todo fue con capital propio. Con cada una de las sucursales que hemos tenido ha sido así; sin préstamos ni inversionistas», dice Edgardo.
Un año después, se aventuraron a ir a Puebla. Ese, reconocen ahora los fundadores, fue su primer gran error.
«Vimos que tenía un campo de beisbol y había mucha gente los fines de semana. Entonces decidimos poner una sucursal ahí; pero no creas que hubo estudio de mercado ni nada, no sabíamos qué era eso. Haz de cuenta que levantamos el dedo y elegimos el lugar. No salió bien», dice Edgardo.
Sin embargo, los socios entendieron el error rápidamente y tomaron decisiones para prevenir mayores pérdidas.
El año siguiente se estrenó la sucursal de Cuernavaca, la última gran apuesta previa al gran salto de popularidad para Mi Gusto Es.
Polanco, el parteaguas
En 2008, las cosas cambiaron para Mi Gusto Es.
Los socios decidieron abrir su segunda sucursal en Ciudad de México, en la exclusiva zona de Polanco. Gaby y Edgardo están de acuerdo en que este fue el «parteaguas» del negocio, pues aceleró el reconocimiento de la empresa y también los impulsó a buscar su identidad.
Previo a la apertura, contrataron a una diseñadora que visitó los mercados y las carretas de mariscos en Sinaloa antes de proponerles un concepto poco usual para un restaurante de su giro, que hoy se ha convertido en la insignia de Mi Gusto Es.
«Llegó y nos propuso un tono rosa mexicano. Primero dudamos, pero después decidimos hacerle caso. También fue ella quien nos propuso que las sillas estuvieran hechas igual las bolsas de mercado», conceptos que se mantienen hasta ahora.
La sucursal en Polanco se popularizó rápidamente, especialmente porque era frecuentada por celebridades
La pandemia cambió el juego
Para 2020, Mi Gusto Es estaba creciendo todavía a ritmo de una sucursal por año. Sin embargo, con la llegada de la pandemia de Covid-19, las cosas cambiaron.
Con las sucursales cerradas por pandemia, los socios hablaron con su personal: o se acordaba una reducción salarial temporal para todos, o tendrían que despedir gente.
«Todos decidieron solidarizarse. Y no fue solo eso; algunos se ofrecieron a llevar pedidos para sacar las cosas adelante. Pasamos de estar bien a estar en ceros», comenta Gaby. Así, pudieron mantener a su plantilla prácticamente intacta.
Además, en medio de la crisis hubo distintas renegociaciones con proveedores. Todos, excepto uno, aceptaron esperar para cobrar las facturas, dado el buen historial de pago de la marisquería.
En ese momento, otra de las decisiones críticas fue cerrar la sucursal de Santa Fe. «Era la única que no estaba facturando nada porque en zona de oficinas estaba vacío».
La recuperación de Mi Gusto Es
Luego de la pandemia, las cosas comenzaron a retomar su rumbo. En 2023, para conmemorar los 20 años de Mi Gusto Es, sus fundadores reabrieron sus puertas en Santa Fe.
Además, la firma espera recuperarse a niveles de 2019 este año y continuar su trayectoria de crecimiento con aperturas anuales. Tan solo entre 2021 y 2022 pasaron de 480,000 a poco más de 540,000 comensales anuales.
Actualmente atiende a 1,500 comensales al día en sus 15 sucursales y despacha 330 toneladas de alimento al año. Del mismo modo, su equipo ha crecido de ser solo dos personas a casi 500, de las cuales 46% son mujeres, según sus datos.