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Esta es la situación de las cárceles mexicanas

Esta es la situación de las cárceles mexicanas

CDMX, México.- Motines, asesinatos, fugas, violencia: la crisis que viven las cárceles de México desde hace años está lejos de solucionarse por el hacinamiento, los tentáculos de las bandas criminales entre rejas y la corrupción de las autoridades.

«La crisis se debe a dos factores», explicó Guillermo Zepeda, director de Jurimetría, un centro de investigación de temas legales. «Por una parte al hacinamiento y por otra al crimen organizado, que ha permeado ya a los centros penitenciarios».

El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha insistido en su intención de enfrentar este problema endémico con más infraestructuras, equipamientos, aumentando los salarios y reforzando la capacitación del personal.



En el último año se logró reducir la población carcelaria en 30.000 personas, pero el 58% de los actuales 216.831 reos viven hacinados. Esto significa que más de un tercio de las 375 cárceles del país están sobrepobladas.

ARMAS Y FIESTAS 

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En varias cárceles, las bandas criminales terminan imponiendo su autogobierno y mantienen sus rivalidades, originando riñas, motines, fugas y asesinatos.

Este año se han registrado balaceras, incendios y hasta el escape de 29 reos en varias prisiones de Tamaulipas (noreste). De Sinaloa (noroeste) huyó el hijo de Juan José Esparragoza, uno de los fundadores del poderoso cártel de Sinaloa.



Las redes sociales han hervido en las últimas semanas con las imágenes de una «narcofiesta» en una cárcel de Jalisco (oeste), donde decenas de presos toman alcohol, comen y disfrutan de un concierto en directo, y con un video de reos maltratados y obligados a limpiar vestidos con ropa interior femenina.

Hace apenas unos días, la policía encontró armas largas y un túnel en otro presidio de Tamaulipas donde el 80% de los detenidos son miembros del Cártel del Golfo.

En la memoria están las dos espectaculares huidas en 2001 y 2015 de Joaquín «El Chapo» Guzmán, uno de los mayores narcotraficantes del mundo, y la masacre del año pasado en la cárcel de Topo Chico (Nuevo León, noreste), que dejó 49 muertos por una pelea.

Este escenario solo es posible por «la corrupción dentro del sistema», reitera la académica del Centro de Investigación y Docencia Económicas Catalina Pérez. «Hay muchísima corrupción de la que nadie se ocupa».

«Terminan unos internos pagando por tener celdas de lujo y todo lo que quieren tener, mientras que los más pobres son los que limpian los escusados (baños)», cuenta a la AFP.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) expresó de nuevo en mayo «su preocupación por el agravamiento de las condiciones de autogobierno/cogobierno en centros penitenciarios, ante el aumento de internos vinculados a la delincuencia organizada o con suficiente capacidad económica».

UNA LEY INEFICAZ 

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Casi el 50% de los reos en prisiones federales y el 30% en penales estatales están detenidos de forma preventiva, a la espera de un juicio y una sentencia. En muchos casos, esperan castigos por delitos menores, como robos sin violencia.

«La gente que está ahí es la que tiene menos recursos, que han sido acusados solo por delitos menores», señala Pérez.

En su opinión, México debe decidir qué función da a las cárceles: «Si las vamos a usar para quienes poseen mínimas cantidades de sustancias ilícitas o para reinsertar (a la sociedad) a quienes cometieron los peores delitos», plantea.

En junio de 2016, el Congreso mexicano aprobó una ley de sanciones penales que, además de la prisión, prevé otras penas como la reparación de daños o trabajos comunitarios.

La norma busca lograr la reinserción social de los delincuentes y despresurizar las cárceles, pero su proceso de implementación avanza lentamente.

«Tenemos ahora que exigirle a la autoridad que cumpla de manera debida con la ley, y es algo que no vemos que esté aconteciendo», señala a la AFP la senadora Angélica de la Peña, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) y al frente de la comisión de Derechos Humanos en la Cámara Alta.

Las organizaciones civiles, de su lado, están preocupadas porque la sociedad no ha sido educada para aceptar a quien ha estado preso.

«Si saliendo de la cárcel no encuentra trabajo, es discriminado, es el señalado de su barrio, pues es el cuento de nunca terminar», subraya Consuelo Bañuelos, directora de Promoción de Paz, una organización que busca la reinserción social de los presos.

Con información de AFP.



Internacional papa francisco Papa León XIV vaticano

Robert Francis Prevost, un moderado estadounidense con fuertes lazos con Perú

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Por: AFP

hace 6 días

Robert Francis Prevost, un moderado estadounidense con fuertes lazos con Perú

Robert Francis Prevost llegó a Perú por primera vez como joven misionero agustino y años después partió desde el país andino como obispo rumbo al Vaticano, donde este jueves se convirtió en el primer papa estadounidense, con el nombre de León XIV.

Prevost, de 69 años y que también tiene nacionalidad peruana, llega al trono de San Pedro con una reputación de moderado, crucial en un momento en que la Iglesia aparece muy dividida.

Desde el balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano, el nuevo papa instó a «construir puentes» a través del «diálogo», avanzando «sin miedo, unidos, dando la mano a Dios y dándonosla entre nosotros».

«Dios nos ama, Dios os ama a todos, y el mal no prevalecerá», afirmó en su primer discurso, en el que trató de unir y tranquilizar ante un mundo asolado por las guerras.

«Mucho por hacer»

Prevost ha pasado un tercio de su vida en Estados Unidos. El resto entre Europa y América Latina, una de las periferias del mundo de donde también era el argentino Jorge Mario Bergoglio.

El diario italiano La Repubblica lo llamó «el menos estadounidense de los estadounidenses» por la moderación de sus palabras.

La idea de un papa norteamericano estuvo por siglos descartada en Roma, ya fuera por la distancia –estaban tan lejos que normalmente llegaban tarde a los cónclaves– o por decisiones geopolíticas.

Según el sitio especializado Crux, tener un pontífice de la primera potencia mundial hacía temer además que la CIA pudiera meter sus manos en la Iglesia.

Arzobispo emérito de Chiclayo, a unos 750 km al norte de Lima, Prevost obtuvo la nacionalidad peruana en 2015.

Dejó Perú para sumarse al gobierno vaticano, donde dirigió el importante dicasterio para los Obispos, que tiene la destacada función de aconsejar al papa sobre los nombramientos de los jerarcas de la Iglesia.

Tras la muerte de Francisco, Prevost dijo que aún quedaba «mucho por hacer» en la transformación de la Iglesia.

«No podemos parar, no podemos retroceder. Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la Iglesia sea hoy y mañana, porque el mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el mismo que el mundo de hace 10 o 20 años», dijo el mes pasado a Vatican News.

«El mensaje siempre es el mismo: proclamar a Jesucristo, proclamar el Evangelio, pero la manera de llegar a las personas de hoy, los jóvenes, los pobres, los políticos, es diferente», añadió.

Misionero en Perú

Fue uno de los cardenales más cercanos a Francisco, cuyo pontificado generó resistencias dentro de los sectores más conservadores.

Pero al mismo tiempo, su sólida formación en Derecho Canónico tranquiliza en estos círculos que buscan un enfoque más centrado en la Teología.

Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago y asistió a un seminario menor de la Orden de San Agustín en San Luis como novicio antes de graduarse en Matemáticas en Filadelfia.

Políglota, estudió Derecho Canónico en Roma, donde también obtuvo un doctorado.

Se unió a los agustinos en Perú en 1985 para la primera de sus misiones en el país andino.

Al regresar a Chicago en 1999, fue nombrado prior provincial de los agustinos en esa región estadounidense y posteriormente prior general de la orden en todo el mundo.

Regresó a Perú en 2014 cuando Francisco lo designó administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo.

Casi una década después, entró en la curia en sustitución del cardenal canadiense Marc Ouellet, que fue acusado de agredir sexualmente a una mujer y renunció por motivos de edad. Entonces, el difunto pontífice lo nombró también presidente de la comisión pontificia para América Latina.

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