CIUDAD DE MÉXICO,- En 2007 el Estadio Olímpico Universitario al formar parte de Ciudad Universitaria, mereció el nombramiento de la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad; construído sobre vestigios del material despedido durante la erupción del volcán Xitle.
Es el segundo estadio más grande de México con capacidad para casi 69 mil personas y el único en el país con la denominación de Patrimonio Cultural de la Humanidad, al formar parte del Primer Circuito Universitario de Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El 28 de junio de 2007 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo incluyó en la lista de sitios que ostentan dicho nombramiento y fue destacado como un conjunto monumental ejemplar de la modernidad del siglo XX.
El administrador del Estadio Olímpico Universitario, Juan José Ugalde García, dijo a Notimex que la forma del estadio es muy parecida a un sombrero de charro, incluso se asimila al cráter de un volcán y esto se logró gracias a la disposición de los accidentes topográficos del terreno que dieron pie a que se construyera el primer edificio de lo que actualmente es Ciudad Universitaria.
Recordó que en el Pedregal de San Ángel se colocó el 7 de agosto de 1950 la primera piedra de la construcción del estadio, inaugurado el 20 de noviembre de 1952, en una ceremonia encabezada por el presidente de aquel entonces Miguel Alemán Valdez, así como por el rector de la UNAM, Luis Garrido Díaz, para después dar inicio a los Segundos Juegos Juveniles Nacionales.
En el marco del 64 aniversario de la inauguración del inmueble, comentó que Augusto Pérez Palacios, Raúl Salinas Moro y Jorge Bravo Jiménez fueron los encargados de este proyecto y contaron con la colaboración del entrenador de futbol americano, Roberto Méndez, y del decano de atletismo universitario, Jorge Molina Celis.
Ugalde García afirmó que la edificación tiene un gran valor plástico y escultórico debido a que el artista mexicano Diego Rivera creó en su fachada principal el mural policromado en relieve llamado “La Universidad, la Familia, la Paz y la Juventud Deportista”, que puede ser apreciado al arribar a este recinto por la avenida de Los Insurgentes Sur.
En la parte superior de esta obra se encuentra el pebetero que fue construido con motivo de los XIX Juegos Olímpicos, inaugurados el 12 de octubre de 1968 y en los que la atleta Enriqueta Basilio fue la encargada de encender la llama en el pebetero olímpico. Este hecho fue histórico debido a que ella fue la primer mujer en realizar esta acción en una justa deportiva de esta magnitud.
Indicó que el muralista (Diego Rivera) trabajó junto con 70 obreros, albañiles y canteros, de igual forma a este equipo se sumaron 12 pintores y arquitectos para su realización. Se dice que él tenía planeado cubrir toda la parte exterior del estadio con diseños parecidos a éste, pero su muerte en 1957 se lo impidió.
Ugalde García manifestó que en la fachada principal, en el mural de Rivera elaborado con una técnica de alto relieve cubierto con padecería de piedras de colores y texturas naturales se encuentran en los extremos dos figuras que corresponden a unos atletas, hombre y mujer, que encienden la antorcha del fuego olímpico.
Asimismo, está plasmada una de las máximas insignias universitarias: el águila y el cóndor, cuyas alas protegen a una familia. Al centro, una niña tiene entre sus brazos a una paloma, símbolo de la paz. En la parte inferior de la obra se observa una enorme serpiente emplumada, la imagen simbólica del dios Quetzalcóatl, con incrustaciones de mazorcas de maíz.
También, expresó que en el interior del área de palcos se levanta una estela de trazo curvo, de un metro con 80 centímetros de alto por 2.40 metros de largo, en cuya cara cóncava se muestra el perfil de “El jugador”, un corredor de antorcha con rasgos mayas.
Explicó que el estadio ha sido sede de múltiples justas deportivas de diferentes órdenes como los Juegos Panamericanos de 1955 y 1975, la Universiada Mundial de 1979, y de la Copa Mundial de Futbol en 1986. En la actualidad es la casa del equipo de futbol de Primera División del Club Universidad Nacional A.C. y del equipo de fútbol americano Los Pumas CU.
Además ha albergado la llegada a la meta del Maratón Internacional de la Ciudad de México y competencias internas de la UNAM como el Pumatón, así como eventos recreativos y culturales, como lo fue en 2015 la colocación de las ofrendas por el Día de Muertos en los alrededores del estadio.
Respecto al material con el que se construyó, precisó que la base es de mampostería de roca volcánica, por lo que se aprovechó el material propio del lugar. Tiene una capacidad aproximada de 69 mil personas y los accesos a éste se realizan a través de 20 puertas situadas en las rejas de protección perimetral.
El ingreso a las instalaciones deportivas, continuó, se hace por 28 túneles a nivel de piso y 13 en el primer nivel, además cuenta con dos palcos especiales, el primero se ubica en la planta alta en la tribuna llamada el Palomar con espacio para 100 personas, mientras que el de la planta baja es conocido como Palco de Honor o del Rector que cuenta con 110 lugares.
El estadio cuenta con rampas que permiten el fácil ingreso de personas con discapacidad que entran a las gradas mediante los túneles 24 y 10, este último ubicado en la planta baja del estadio, en la zona conocida como plateas que tiene un espacio específico para quienes así lo requieran.
Alrededor de la cancha de césped que mide 105 por 68 metros se encuentra una pista de tartán que se utiliza para competencias de atletismo. Debido a que algunos eventos suelen ser por la noche el inmueble está equipado con un sistema de iluminación que consta de cuatro torres, que dan luz desde las esquinas.
En la parte superior de la planta alta, justo en los alrededores del Pebetero, Palomar y las cabeceras norte y sur se aprecian banderas en tono azul y oro, colores distintivos de la universidad, mismas que durante el mes de octubre se observaron en color rosa en apoyo a la lucha contra el cáncer de mama.
De acuerdo con datos de la Dirección de Comunicación Social de la UNAM, la obra civil, construida en ocho meses, tuvo un costo de 28 millones de pesos y participaron más de 10 mil obreros, quienes inclusive trabajaron las 24 horas del día para concluir el Estadio Universitario como fue llamado en los años cincuenta.
El primer encuentro deportivo realizado en este lugar a los nueve días de su inauguración, fue el clásico de fútbol americano entre los Pumas de la UNAM y las Águilas Blancas del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
A más de 66 años de que se colocó la primera piedra del estadio, éste ha tenido a lo largo de los años algunas modificaciones como las realizadas para las Olimpiadas de 1968, donde se agregó el Palomar y el Pebetero.
De igual forma en la cabecera norte solía estar un reloj y un marcador que en 2012 fueron sustituidos por una mega pantalla de alta definición, sin embargo pese a estos cambios el recinto conserva su esencia desde que fue planeado para ser el centro deportivo de la máxima casa de estudios de México, hace más de 60 años.
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