Han pasado ya 16 días del sismo del 19 de septiembre y la vida del campamento de las familias que habitaban los departamentos del multifamiliar Tlalpan transcurre entre la obligación de regresar a la normalidad con los empleos y la escuela, y la incertidumbre de la situación actual de sus hogares.
Hay movimiento en los edificios que resistieron, aunque están vacíos; hay labores de limpieza, de vigilancia y hay quienes continúan en el rescate de sus pertenencias. Abajo, en casas de campaña y techos de lona, la gente espera no palabras, sino papeles y estudios que les demuestren que regresar a sus hogares es seguro.
No saben cuánto tiempo estarán ahí; admiten que no es cómodo estar afuera bajo todos los cambios de clima de los últimos días; pero si hay algo que resalta en esa zona es la organización que entre vecinos han creado para poder hacerse cargo de su situación y para la toma de decisiones frente al desasosiego.
Se han organizado en una asamblea que tiene encargados para asuntos especiales como prensa y jurídicos; que tiene un representante por edificio, que asiste a las juntas para después bajar la información a sus vecinos más directos.
Todos reconocen la ayuda del Gobierno de la Ciudad de México, pero también admiten que ésta llegó un poco tarde, o mejor dicho: llegó después de toda la ayuda de miles de personas les llevaron casi de manera inmediata al sismo.
Están a la espera de uno de los peritajes que, se les aseguró, no sería únicamente visual, sería más profundo. Luego de obtener ese dictamen, que esperan se entregue de manera formal por parte de las autoridades delegacionales, buscarán también la certeza de que los edificios no requieren reparaciones, porque de ser así, seguirán en el campamento hasta que se lleven a cabo.
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