CIUDAD DE MÉXICO.- Con la Primera Semana Nacional de Salud -25 de febrero- se llevará a cabo la vacunación a niñas y niños de seis a 59 meses de edad contra el polio. Se aplica la vacuna oral contra Poliomielitis Sabin además de otras acciones en pro de la población para prevenir enfermedades como diarreas e infecciones respiratorias agudas y desnutrición.
Además, se completan los esquemas de vacunación a todos los menos de nueve años de edad; a las embarazadas se les aplica la dosis contra el tétanos para prevenir el tétanos neonatal; se otorgan sobres de Vida Suero Oral cuando acuden a vacunar a sus hijos; se brindan suplementos de vitaminas y minerales, hierro y ácido fólico para quien lo requiera en su familia.
Se da información de cómo manejar en el hogar los signos de alarma de forma oportuna en enfermedades diarreicas e infecciones respiratorias agudas.
Para la aplicación de las dosis, los menores de edad deben de estar sanos, que no tengan fiebre ni presenten síntomas de alguna enfermedad, si es alérgico a algún alimento o medicamento o si ha presentado problemas con alguna vacuna aplicada con anterioridad y si recibió transfusión de sangre o inmunoglobulina en el último año, en caso de presentar algunas de estas situaciones, se le debe de notificar al personal vacunador
La Segunda Semana Nacional de Salud, que se realiza la última semana de mayo, está dirigida a los niños mayores de seis meses y menores de cinco años, a quienes se les aplica la vacuna oral contra la Poliomielitis Sabin con la finalidad de que no se presenten casos de esta enfermedad en México. Además, se aplica la segunda dosis de la vacuna contra el virus del papiloma humano.
Los infantes de 10 años cumplidos o más son vacunados contra tétanos; si tienen hijas mayores de seis meses y menores de cinco años se les da Vitamina A para prevenir enfermedades diarreicas y a los de dos a 14 años se les administra albendazol para desparasitarlos.
Mientras que la Tercera Semana Nacional de Salud que se lleva a cabo la última semana de octubre, está dirigida para los niños de seis años o que estén ingresando a la primaria, se les aplica la Vacuna Triple Viral (SRP) para evitar casos de sarampión en el país; a las niñas que cursan el quinto año de primaria o si tiene 11 años de edad y no estudia se les aplica la primera dosis de la vacuna contra el virus del papiloma humano.
De acuerdo con el esquema de vacunación, al nacer todos los bebés se les aplica la de BCG y Hepatitis B; a los dos meses de edad la Pentavalente acelular, Hepatitis B, Rotavirus y Neumococo conjugada; a los cuatro meses de edad, la Pentavalente acelular, Rotavirus y Neumococo conjugada; a los seis meses, la Pentavalente acelular, Hepatitis B, Rotavirus e Influenza.
A los siete meses, la de Influenza segunda dosis; a los 12 meses la SRP y Neumococo conjugada; a los 18 meses la Pentavalente acelular; a los dos años, influenza refuerzo anual; a los tres años, Influeza refuerzo anual; a los cuatro años la DPT refuerzo e influenza refuerzo anual; a los cinco años, el refuerzo anual influenza.
A los seis años le corresponde el SRP refuerzo y a los 11 años de edad o que curso el quinto grado de primaria el Virus del Papoiloma Humano.
De acuerdo con el Manual de Eventos Supuestamente Atribuibles a la Vacunación o Inmunización (ESAVI), de la Secretaría de Salud, cada país debe desarrollar y establecer el control efectivo de la seguridad y calidad de las vacunas tomando en consideración las pautas internacionales, recomendaciones y guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para garantizar la seguridad y Calidad, México cuenta con la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), la cual es parte fundamental en el proceso de vigilancia.
Todo programa de inmunización debe velar porque los riesgos que pudieran presentar las vacunas no superen los beneficios y los responsables del programa deben estar preparados para atender cualquier motivo de preocupación de la población.
Además, el laboratorio productor es el responsable inicial de la calidad de la vacuna, su fabricación, control y reglamentación exigen conocimientos y procedimientos especiales y exhaustivos.
Por ello, es necesario que la eficacia, calidad y seguridad de las vacunas se mantengan desde un inicio hasta que son administradas y para que eso ocurra es necesario establecer buenas prácticas de transporte, almacenamiento, manejo y aplicación.
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