* Salvo sorpresas de último momento, el juez conservador de 53 años será confirmado el sábado en la prestigiosa institución con una votación muy cerrada en el Senado
* El favorito de Trump deberá convencer que es imparcial, dedicado a la Constitución y el bien público y cortés
A punto de ser confirmado para la Corte Suprema de Estados Unidos, el juez Brett Kavanaugh comparte con Donald Trump una característica fundamental: su capacidad de dividir radicalmente a los estadounidenses.
Salvo sorpresas de último momento, el juez conservador de 53 años será confirmado el sábado en la prestigiosa institución con una votación muy justa en el Senado.
Tras haber combatido ferozmente durante tres semanas las acusaciones de abuso sexual que se remontan a sus años de juventud en un ambiente adinerado, la victoria de Kavanaugh será también la del presidente, que le ha escogido y apoyado durante todo el camino.
Pero el propio juez lo admitió públicamente: las alegaciones arruinaron «para siempre» su reputación.
Pese al veredicto favorable de los senadores, pese a la ausencia de elementos comprometedores en una encuesta del FBI -demasiado apresurada para los demócratas-, Kavanaugh seguramente tiene por delante una larga batalla de imagen.
Deberá convencer, como él mismo escribió en un inusual artículo el jueves en el Wall Street Journal, que es «imparcial», «dedicado a la Constitución y el bien público», además de «cortés».
Antes de simbolizar la sabiduría que tradicionalmente se asocia con los nueve magistrados de la más alta instancia judicial del país, Kavanaugh deberá disipar las dudas que sembró tras una histórica audiencia de fines de septiembre, en la que el juez y su denunciante, Christine Blasey Ford, ofrecieron sus verdades sobre una noche de fiesta de 1982.
Blasey Ford dijo ese día que Kavanaugh la intentó violar. Al negar con vehemencia las acusaciones, el juez se mostró a punto de perder los cabales, con la voz entrecortada por los sollozos reprimidos y un verbo muy agresivo.
Los únicos errores de juventud que aceptó fueron algunas cervezas de más, cuando era un bachiller en los lujosos suburbios de Washington. Presentó su carrera y trayectoria personal aparentemente irreprochable y adjudicó los señalamientos a un «montaje» político.
«He dicho cosas que no debería haber dicho. Espero que todos puedan comprender que estaba siendo cuestionado como hijo, marido y padre», se justificó esta semana.
Se presentó entonces como el candidato perfecto, esgrimiendo su rectitud, insistió en sus valores familiares tradicionales y en la fidelidad a su esposa Ashley, con la que tiene dos hijas.
Kavanaugh, nacido en la capital, ha servido en el importante tribunal de apelaciones de Washington por más de una década.
Comenzó su carrera como secretario de Anthony Kennedy, el magistrado considerado durante mucho tiempo como un voto decisivo en la Corte Suprema, y lo sucederá en el banquillo de ser confirmado.
Se graduó de la prestigiosa Universidad de Yale, donde otra acusadora dijo que él la obligó a tocarle los genitales durante una fiesta también en la década de 1980.
Católico practicante
En la década de 1990, dirigió una investigación sobre el suicidio del asesor de Bill Clinton Vince Foster, quien fue vinculado con la controversia Whitewater que comenzó como una investigación sobre las inversiones inmobiliarias de la pareja presidencial.
Kavanaugh contribuyó asimismo al informe del fiscal Kenneth Starr sobre el romance de Clinton con la pasante Monica Lewinsky en la Casa Blanca, que delineó varios argumentos para el juicio político del exmandatario.
El juez conservador pasó luego a formar parte del equipo legal de George W. Bush que trabajaba en el recuento de votos en el estado de Florida en 2000, que derivó en que el republicano ganara la presidencia.
Luego de que Bush se mudó a la Casa Blanca en 2001, reclutó a Kavanaugh como asesor legal antes de nombrarlo para la corte de apelaciones. Allí dejó constancia de sus decisiones conservadoras.
En 2012, Kavanaugh fue parte de un panel que eliminó una medida de la Agencia de Protección Ambiental destinada a reducir la contaminación del aire en Estados Unidos.
Recientemente expresó su desacuerdo con una decisión judicial que permitió a una adolescente inmigrante tener un aborto.
Un católico devoto, Kavanaugh es activo en varios grupos religiosos y es un ferviente partidario de los derechos de los propietarios de armas. En sus horas libres, entrena un equipo juvenil de baloncesto y apoya al equipo de béisbol Washington Nationals.
Información e imagen: AFP
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