Cuando se habla de fines lúdicos, hemos de considerar la acepción como “divertimento”. Es como ingerir alcohol o fumar, hecho que desde luego repercute en el ambiente como en quien “disfruta” de semejante «placer». Hasta ahora, todo lo prohibido es permitido en este país. No se debe estacionar en doble fila. No tire la basura en la calle y lo hacen. Cruce en las esquinas marcadas pero al peatón le vale y podemos seguir enumerando otros puntos que son el pan de cada día.
Decimos, la prohibición al consumo de drogas en México ha fracasado y ahora queda –de los males, el menor- vigilar su uso para fines medicinales. La semana venidera en Nueva York en la sede de las Naciones Unidas se ventilará este punto.
“La guerra contra las drogas es una política que ha fracasado, por lo que debemos de proponer el debate sobre el uso de la marihuana y de otras drogas más duras”, dice en entrevista Zara Snapp, representante de la Comisión Global de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Durante la administración de Felipe Calderón pronunció un discurso en la Asamblea de Naciones Unidas –edición 67-, puso en tela de juicio el paradigma de su administración, la guerra contra las drogas.
El consumo de marihuana en nuestro país ya es innegable: de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Adicciones 2002, 2008 y 2011, elaboradas por la Secretaría de Salud, en menos de diez años el consumo de cannabis en México se ha triplicado, principalmente entre la población menor a 35 años.
En tanto, de acuerdo con lo que señala Naciones Unidas, sólo 10 por ciento de los usuarios frecuentes de esta droga tienen un consumo problemático, mientras que el resto no tiene problemas para llevar a cabo sus actividades cotidianas.
El Artículo 194 del Código Penal Federal de México establece penas de prisión de entre 5 y 25 años para aquella persona que “produzca, transporte, trafique, comercie, suministre aun gratuitamente o prescriba alguna droga”, definida por el mismo Código Penal.
Al respecto, Ímer Flores Mendoza, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, logró determinar que ya existe un precedente para la despenalización, emitido en noviembre del año pasado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), donde reconoce el uso recreacional y lúdico.
De acuerdo con el experto, queda pendiente a los legisladores la manera en cómo se regularía y la cantidad permitida para su uso, suponiendo que los usuarios tienen libertad de consumir o no, como se hace con el alcohol, pero en establecimientos regulados por el Estado.
“Parece que todos estamos de acuerdo con el uso medicinal, pero hay dos formas de ver el uso, pues las compañías farmacéuticas podrían tener permiso para vender drogas con componentes de marihuana, lo que es un negocio para las empresas, pero, por otro lado, el uso medicinal también se habla de las personas que fuman un cigarro o ‘churrito’ para sus enfermedades o aliviar el dolor, es muy diferente ese uso al del componente médico”, explica.
La marcada ausencia –prefirió la excursión a Europa- de Peña Nieto en la UNGASS 2016, se puede entender como mensaje hasta donde se podría permitir el uso de las drogas –reiteramos, de uso lúdico-. Y pese a los debates realizados ex profeso hay cierta inclinación por aprobar su uso.
El mercado de la marihuana tiene un valor de 141.8 mil millones de dólares, según el reporte de drogas de las Naciones Unidas, y cuenta con 147 millones de consumidores en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es decir, alrededor de 2.4 por ciento de la población mundial.
Lo único cierto es que las compañías farmacéuticas saldrán ganando y el consumo tradicional, -fumar- tendrá la misma relevancia que disfrutar de unas frescas “chelas” y se pueda accesar a este “privilegio” en sitios designados ex profeso.