Rusia y Estados Unidos dejaron expuestas este miércoles sus divergencias y desconfianza mutua con relación a Siria, en una jornada en que Moscú utilizó nuevamente su derecho de veto sobre una resolución de la ONU dirigida directamente contra Damasco.
En Moscú, el secretario estadounidense de Estado, Rex Tillerson, mantuvo reuniones con su homólogo Sergei Lavrov y el presidente Vladimir Putin, en una tentativa por hallar un terreno común entre ambos países con relación a la catástrofe siria.
En una conferencia de prensa junto a Lavrov, Tillerson admitió que existía un «bajo nivel de confianza» entre Moscú y Washington a pesar de los esfuerzos por mejorar el diálogo.
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El centro de las divergencias es el presunto ataque con armas químicas contra la aldea de Jan Sheijun, el 4 de abril, por el que países occidentales responsabilizan al líder sirio Bashar al Asad, pero sobre el que Moscú defiende investigar primero.
A raíz de ese ataque, Washington disparó la semana pasada 59 misiles de crucero contra objetivos en Siria, en un gesto que Moscú condenó en los más severos términos.
En la capital rusa, Tillerson defendió la salida «de forma organizada» de Asad del poder en Siria, aunque Lavrov le recordó el precedente de devastación y caos que dejó la salida de «dictadores», como ocurrió en Libia e Irak.
Poco antes de recibir a Tillerson para un encuentro que no estaba oficialmente agendado, el propio Putin había admitido que las relaciones entre Moscú y Washington estaban en peor situación que en la época de la presidencia de Barack Obama.
Estos nuevos roces entre Washington y Moscú cambian el libreto a meses de especulaciones en Estados Unidos sobre la presunta injerencia del gobierno ruso en las elecciones presidenciales de 2016 a favor de Trump.
Octavo veto ruso en la ONU
Otra de las divergencias entre estadounidenses y rusos que quedaron en evidencia durante la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, fue cuando Rusia impuso su derecho de veto a un proyecto resolución impulsado por Reino Unido, EU y Francia, considerándolo “inaceptable”.
El texto discutido condenaba el alegado ataque con arma química y expresaba el apoyo del Consejo de Seguridad a una investigación por parte de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ).
La resolución solicitaba a Siria que comunique planes de vuelo de sus aviones, registro de cada vuelo e informaciones sobre sus operaciones militares el día del ataque a Jan Sheijun, así como los nombres de los capitanes de cada vuelo, y que proporcione esos datos también a investigadores de la ONU.
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El veto ruso a la resolución provocó de inmediato reacciones airadas.
La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, dijo que «la comunidad internacional ha hablado. Rusia tiene ahora muchas cosas que probar».
«Al Asad y el gobierno sirio: ustedes ya no tienen más amigos en el mundo, a causa de sus actos horribles», apuntó Haley.
En París, el presidente François Hollande dijo que Rusia había asumido «una gran responsabilidad» por bloquear la resolución.
«Es la octava vez que Rusia opta por oponerse así a la mayoría del Consejo», lamentó Hollande, quien aseguró que su país «no había escatimado ningún esfuerzo, incluido en relación a Rusia, para reunir un consenso sobre este texto».
En Londres, el canciller Boris Johnson apuntó que el veto al proyecto de resolución «dejó a Rusia en el lado equivocado de la discusión».
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En tanto, en Washington, el presidente Donald Trump dijo que había llegado el momento de poner punto final a la «brutal guerra civil» en Siria.
Trump recibió en la Casa Blanca al secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el noruego Jens Stoltenberg, con quien discutió el papel de ese bloque militar y el drama sirio.
«La matanza de inocentes y el uso de armas químicas (…) deben ser rechazadas enérgicamente por cualquier nación que valore la vida. Llegó el momento de poner fin a esta brutal guerra civil, derrotar a los terroristas y permitir que los refugiados retornen a sus hogares», dijo Trump.
El mandatario estadounidense definió a Asad como un «carnicero», y con relación al bombardeo del pasado jueves aseguró que no tenía «absolutamente ninguna duda de que hicimos lo correcto».
Rusia, por su parte, mantendrá los esfuerzos diplomáticos. A fines de esta semana Lavrov recibirá en Moscú a los jefes de la diplomacia siria, Walid Muallem, e iraní, Mohamad Javad Zarif.
La jefa de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini, cerrará el 24 de abril esta serie de encuentros diplomáticos, en el que representará su primer viaje oficial a Rusia.
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