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«Microdosis» de LSD alivia la depresión en EU

«Microdosis» de LSD alivia la depresión en EU

WASHINGTON, Estados Unidos.- Para salir de una depresión, la escritora Ayelet Waldman probó varios tratamientos en vano. Finalmente encontró la solución en una ampolla de LSD diluida, como otros adeptos a las «microdosis», una tendencia en boga en Estados Unidos.

«Me estaba empezando a sentir, francamente, suicida», dijo esta exabogada de San Francisco, California, de 52 años.

Pensando que no tenía «nada que perder», colocó un día solo dos pequeñas gotas de la psicodélica sustancia en su lengua… Y muy poco después, su abatimiento se esfumó, contó.



«Dado que la otra opción era la muerte, o una angustia muy parecida a la muerte, no había razón para, al menos, no intentar algo diferente» para tratar de sentirse mejor, se justifica.

Waldman explica que recuperó el ánimo con las «microdosis», una práctica ilegal que consiste en ingerir una cantidad muy limitada de drogas psicodélicas, a menudo LSD u hongos alucinógenos.

El objetivo no es experimentar estados alterados de conciencia sino aumentar el rendimiento en el trabajo y la creatividad, o, como en su caso, tratar una serie de afecciones, incluyendo trastornos anímicos.

«Desde el primer día me sentí mejor. La depresión simplemente se fue, fue increíble», contó la novelista.



Ella le atribuye la mejora de las relaciones con su entorno y de sus condiciones de trabajo a su administración diaria de LSD: cerca de 10 microgramos de ácido por día, o una décima parte de la dosis que produce sensaciones «caleidoscópicas».

El LSD es una droga sintética que se popularizó en los años de la contracultura en la década de 1960. En grandes dosis, puede producir alucinaciones y alterar considerablemente la percepción y las funciones cognitivas durante largos períodos.

Sin embargo, es «muy posible que (las microdosis) tengan efectos que mejoran la función cognitiva y antidepresivos», afirmó.

Sus propios estudios sobre el uso de alucinógenos para ayudar a los pacientes con cáncer a superar la angustia y la depresión, o para ayudar a los fumadores a dejar el tabaco, han producido resultados alentadores, aseguró.

El aspecto legal hizo finalmente que Waldman desistiera de seguir con las microdosis. Su primer LSD para 30 días lo consiguió a través del amigo de un amigo, pero conseguir más le generó cierta ansiedad.

Como exabogada que ha defendido a adictos, dice no estar dispuesta a correr ese riesgo: no piensa tomar LSD hasta que su uso esté permitido… A menos, aclara, que comience a sentirse suicida «otra vez».

«Si se trata de una elección entre morir o cometer un delito, voy a cometer un delito».