El emperador Napoleón Bonaparte solía decir a sus colaboradores cercanos, a su familia y hasta a sus numerosas amantes que “puedes pedirme cualquier cosa que quieras, excepto tiempo”. La frase refleja en cierta manera lo que está ocurriendo en la Asamblea Constituyente que elabora la futura Constitución de la Ciudad de México y la cual ha dejado transcurrir el 30% del tiempo de que dispone para la elaboración del que será vital documento para la futura vida política, económica y social de nuestra capital. Los primeros 39 días de labores no han sido de lo más productivos que digamos, pues desde la primera sesión se presentaron grandes anomalías como que esta empezó casi una hora tarde y solo asistieron 90 de sus 100 integrantes, no se contaba con un proyecto de reglamento y se carecía de un apoyo administrativo y parlamentario adecuado. Lo que se tradujo en un debate largo, escandaloso y algo estéril que apenas logró que se aprobara la Junta Instaladora de la Asamblea Constituyente.
En la primera sesión formal del Constituyente continuó el desorden y otra vez se presentó el ausentismo. De milagro lograron elegir a la Comisión que redactara el reglamento para el gobierno interno de la Asamblea pese a los gritos y sombrerazos del diputado Javier Quijano de Morena que cuestionaba la legitimidad de algunos de los Constituyentes. Fue hasta el 30 de septiembre que se logró tener aprobado el famoso reglamento que fue materia de amargas discusiones sobre todo en lo de la integración y definición de los grupos parlamentarios y en la creación de algo similar a la Junta de Coordinación Política existente en la Cámara de Diputados. Posteriormente, definidas las ocho comisiones con que actuaría la Asamblea, tras extensas y controvertidas negociaciones se designó a la Mesa Directiva que sería presidida por el experimentado diputado de izquierda Alejandro Encinas, quien, con congruencia, hasta pidió licencia de su cargo de senador.
Las primeras sesiones de la Asamblea Constituyente no solo se caracterizaron por su dureza hasta en los más mínimos temas, sino que se avocaron a discutir asuntos que poco o nada tenían que ver con el propósito fundamental de aprobar una constitución para la Ciudad de México. Como si les sobrara el tiempo se dieron largos y combativos debates en torno a los militares caídos en Culiacán o a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, sin faltar, por supuesto, a los acontecimientos del 68. Estos últimos fueron materia de una interminable discusión que no aporto nada nuevo al antiguo y gastado tema que sigue siendo paradigma de lucha de las izquierdas. El ya muy próximo 31 de octubre vence el plazo para que ciudadanos y partidos políticos presenten iniciativas para modificar el proyecto de Constitución que presento el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, que hasta el momento han sido alrededor de 137 propuestas, 83 de ciudadanos y organizaciones civiles y 54 de los partidos políticos.
Las iniciativas que se han presentado abarcan todo el catalogo imaginable de propuestas políticas y algunas de ellas son hasta pintorescas como la del ciudadano Miguel Ángel Peralta quien propone que la Ciudad se vuelva a llamar Distrito Federal por que las siglas CDMX vistas como números romanos tienen reminiscencias satánicas. La de Elena Chávez que propone la protección de “todos los animales no humanos” o como Estela Damián que establece el derecho a ejercer el periodismo, filmar y difundir fotos y videos en redes sociales. Francisco Fontano demanda que los capitalinos tengan 21 días de vacaciones al año y Juan Manuel del Río propone multar a los funcionarios que no atiendan a los ciudadanos. Grupos de ambulantes exigen que se les reconozca como actores económicos en la Constitución y los comerciantes establecidos de la calle Manuel Doblado piden regular el comercio informal y recuperar los espacios públicos. No faltan, afortunadamente, iniciativas congruentes como la del diputado Gabriel Quadri que propone regular el ambulantaje racionalmente. Aunque no se puede soslayar la del bombero diputado independiente Ismael Figueroa que llegó acompañado por 500 de sus colegas desde Balbuena para demandar la creación de la “Secretaría de Bomberos”.
Los partidos representados por sus correspondientes diputados han presentado un buen número de iniciativas de corte político de acuerdo a sus intereses. El PRI propone que se den el 20% de candidaturas a diputados y concejales a menores de 29 años. Los panistas plantean que la mitad de las secretarias en el Gobierno de la Ciudad sean encabezadas por mujeres. Los verdes ecologistas impulsan la creación de rellenos sanitarios. Por su parte, los Morenos muy a su estilo proponen que el sueldo mensual del Jefe de Gobierno no supere 30 salarios mínimos y que la Asamblea Legislativa deba autorizar los viajes al extranjero del mismo funcionario. Además piden autonomía presupuestal para las alcaldías. Los súbditos de López Obrador le están poniendo piedras en el camino a quien llegue y esto puede incluir a los austeros Ricardo Monreal y Martí Batres y hasta a la humilde Barrales.
Pero si algo le faltara a las anormalidades del Constituyente, todavía está el tema del ausentismo pues ningún partido se salva: el diputado actor de Morena, Damián Alcázar solamente fue a la instalación, los morenos Javier Jiménez Espriú y Bruno Bichir solicitaron licencia para atender asuntos personales y a Carlos Payan lo reportan como enfermo que no ha asistido todavía. Los priistas Joel Ayala y Carlos Aceves del Olmo renunciaron a seguir siendo constituyentes debido a su apretada agenda como líder sindical y senador de Ayala y de secretario de la CTM de Aceves. A Roberto Gil del PAN se le han acumulado más de 4 faltas. Todo esto cuando apenas les quedan 100 días a los Constituyentes para analizar, discutir y aprobar, en su caso, un documento de gran tamaño como el que envió Miguel Ángel Mancera al que se le agregan las iniciativas adicionales, un proyecto con un abrumador catálogo de derechos que tomaran mucho tiempo discutir, un sinnúmero de minucias que deberán ser eliminadas del ordenamiento pues no caben en un documento fundamental como este y todos los demás problemas que se les acumulen a los señores Constituyentes. En efecto, van a pedir lo único que no les pueden dar: tiempo. Como dijimos en una colaboración anterior, van a pasar Navidad y Año Nuevo legislando o no acaban su tarea.
En todo esto, una nota de buen humor; la diputada Gabriela Rodríguez de Morena, feminista y consultora internacional en asuntos de género, le solicito al presidente de la Asamblea, Alejandro Encinas, que las muy atractivas edecanes que llevan agua y café a los escaños de los diputados no sean obligadas a llevar escotes pronunciados ni minifaldas, pues son una ofensa a su dignidad. Encinas se comprometió a correr traslado del asunto al Senado, ya que es personal de esa Cámara y solo esta comisionado al Constituyente por cierto tiempo. A Encinas se le oyó decir soto voce que si les quitan a las edecanes su vestimenta aumentara el ausentismo.