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Trump en México… y no hubo disculpa

Trump en México… y no hubo disculpa

CIUDAD DE MÉXICO.- Donald Trump pisó México, la tierra que más ha ofendido, se reunió durante más de una hora con su anfitrión, Enrique Peña Nieto, y se marchó sin haber pedido perdón a los mexicanos por los insultos del último año.

En contraste, el mandatario mexicano se apresuró a señalar que: “mi prioridad como presidente es proteger a los mexicanos donde quiera que se encuentren, esa es mi responsabilidad y la seguiré cumpliendo», aseguró en conferencia de prensa tras sostener un encuentro privado con el aspirante estadunidense.

Asimismo llamó a seguir trabajando en la solidificación de la relación bilateral basada en la confianza y el diálogo.



Los mexicanos en Estados Unidos son gente honesta y trabajadora que respetan la vida en comunidad, respetan la ley, y por ello merecen el respeto de todos», afirmó el presidente Enrique Peña Nieto ante el candidato republicano a la presidencia de ese país, Donald Trump

Por su parte, el magnate el hacer uso de la palabra, dejó en claro que la reunión con Peña Nieto fue constructiva y directa. Sin embargo, señaló que el Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ha beneficiado más a México que a Estados Unidos.

Igualmente, Trump permanece firme con construir un muro a lo largo de la frontera, para contener la inmigración ilegal y mejorar la seguridad. Señalando que durante la reunión, no se tocó el punto sobre quién debe pagarlo. Con respecto a una eventual llegada a la Casa Blanca, dijo que manejaría para una agenda de cinco puntos con el presidente Peña Nieto:

1- frenar la migración

2- Cuidar de la seguridad de la frontera



3- Desmantelar a los cárteles

4- Actualizar el TLCAN para que beneficie a México y a Estados Unidos

5- Cuidar la industria manufacturera en nuestro hemisferio para evitar que se vayan a otros continentes

Finalmente, llamó «amigo» al presidente mexicano.

Para un amplio sector del electorado Trump es un candidato poco serio, sin hechuras de estadista. Una parte de la clase política estadounidense, incluso en su propio partido, le repudia. Peña Nieto le brindó la oportunidad para envolverse en un aura presidencial y reforzar su imagen de negociador hábil. Hay tradición de viajes de candidatos al extranjero: uno de los momentos fuertes de la campaña de 2008 fue la visita del actual presidente de EE UU, Barack Obama, a Berlín, donde pronunció un discurso antes decenas de miles de personas.

La llegada de Trump a México fue sentida como un terremoto en México. En una iniciativa que muchos han considerado suicida, el presidente mexicano había invitado confidencialmente el viernes pasado a Hillary Clinton y Trump. El objetivo era demostrar que su Administración es neutral ante las elecciones y que gane quien gane tendrá su apoyo. Una posición que reiteró en su última visita a Washington en julio pasado: «El próximo presidente electo encontrará en México y en su gobierno una actitud positiva, propositiva y de buena fe para engrandecer la relación entre ambas naciones”.

Tras esta postura conciliadora anida el vértigo que siente la Administración mexicana a que un enfrentamiento con Trump pueda propiciar un incendio de consecuencias incalculables y restar margen de maniobra a Hillary Clinton. Para la diplomacia priísta, el republicano representa un reto histórico. Una bomba política. Sus propuestas de construir un muro, recortar las remesas o proceder a expulsiones masivas no sólo le han convertido en uno de los personajes más impopulares en México, sino que han mostrado un abismo aún mayor: el riesgo de ruptura entre dos países que comparten 3.185 kilómetros de frontera. Desde esta perspectiva, la invitación, según fuentes diplomáticas, buscaba evitar ese peligro y rebajar la tensión.

El resultado de la reunión es imprevisible. Pero sin una disculpa de Trump, el presidente mexicano difícilmente habrá logrado su objetivo. Y aún así, el republicano habrá obtenido oxígeno suficiente para jugar al hombre de Estado y ofrecer una imagen de moderación y concordia. Los elementos que necesita para acercarse a su objetivo: la Casa Blanca.

Trump ha dicho que deportaría a los cerca de 11 millones de personas que se estima viven en Estados Unidos sin permiso de residencia, además de que obligaría a México a construir un muro en la frontera común.

Sin embargo, recientemente insinuó en encuentros con simpatizantes hispanos que podría suavizar las posturas recalcitrantes que defendió durante las elecciones primarias de su partido. El magnate está bajo presión para aclarar su posición, en parte por los mensajes encontrados que envían los miembros de su equipo.

con información de agencias

jcrh