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Piojos infestan el multifamiliar Tlalpan

Piojos infestan el multifamiliar Tlalpan

Entre la mugre, la basura, las montañas de cascajo y el hacinamiento, los vecinos del multifamiliar Tlalpan enfrentan una plaga de piojos, además del abandono que perciben de la sociedad y de las autoridades.

Son las diez de la mañana y un ambiente maloliente provoca dolor de cabeza y náuseas. «No hay nadie, todos se fueron”, advierte el reportero gráfico de Notimex, Bernardo Moncada, en el campamento Canchas, en el ala norte del multifamiliar, donde conviven 35 adultos y 15 niños.

Nadie ha dejado el lugar pero parece que se abandonaron a sí mismos en un lugar donde se perdió la noción del tiempo, pues además de la depresión colectiva, en el lugar aún cuelga una corona y una serie navideña de luces azules.



Tal vez no sea para menos, pues como dice Agustín Viveros, uno de los damnificados del sismo de septiembre del año pasado, “llevamos 200 días y sus noches aquí”, y con los ojos ahogados en lágrimas se limita a expresar: “ya nos acostumbramos”.

Desde su cruz de madera, un Cristo mira al cielo porque abajo sólo hay desolación; quizá pide a su Padre que la gente que vive en ese despojo de hogar se rescate a sí misma.

Un sitio de juegos para niños da cuenta de la suciedad que priva en el lugar; nadie nota o no lo quieren reconocer, porque hay escobas pero nadie las mueve para limpiar.

En lo que fue el multifamiliar de Tlalpan hay 17 casas de campaña y cuatro de madera. Del interior y en silencio se asoma una mujer, Adriana Estrada Acosta, quien habitaba el edificio 2-18. Aún en pijama nos aclara: “si quieren hablar con alguien que sea conmigo porque todos están dormidos”.



La plática ocurre entre casas de campaña cubiertas con cobijas detenidas con pinzas para ropa; hay basura por doquier; algunas personas deciden levantarse y los perros ladran fuerte a los desconocidos y protegen a sus dueños.

”Con las lluvias nos fue mal. Ya teníamos una experiencia previa en diciembre, una de las últimas lluvias de temporada nos tiró las lonas. Vino el gobierno de la delegación a hacer el reacomodo de lonas y carpas. Ahorita estamos comenzando y la primera tromba de hace unos días tiró las lonas”, cuenta Adriana mientras suspira.

Relata que cuando la lluvia empieza se bajan interruptores. Entran a un domo que los protege poco. Luego Barren. “Estamos acostumbrados. Los niños se adaptan a todo, menos al estrés que los papás manejan”, lamenta.

“Hemos subsistido, sobrevivido, gracias al apoyo de la gente, que nos trae algunas despensas, nos viene a apapachar, nos trae algunos eventos. Hoy empezamos un taller de dibujo con los niños”, narró.

La mujer dice que la delegación y quienes habitan en ese lugar viven un “estira y afloja”, pues la autoridad hace las cosas a medias y se va. Los baños, por ejemplo, nos los dejaron cinco días sin aseo. Se querían llevar unos sin acondicionar los que dejaban, menciona.

En ese refugio de damnificados es difícil abordar a alguien más. “Vienen, nos prometen y seguimos igual”, expresa una mujer que vive en su casa de campaña con una jovencita.

Sobre Calzada de Tlalpan se aprecia una manta en blanco y negro que reza: “Miles seguimos viviendo en las calles. La emergencia no ha terminado y el Estado no ha cumplido».

Cuando llueve, quienes sobreviven en ese sitio son invitados a guarecerse en los departamentos habitados, aunque el problema es la inseguridad pues ya les han robado hornos de microondas, parrillas eléctricas y todo lo que han podido, incluso cuentan que les trataron de sustraer a un niño del campamento.

Pese al apoyo de la ciudadanía, los damnificados del multifamiliar aseguran que lo primero que se acaba es la comida de los niños, quienes necesitan cereales, leche y jugos.

Con información de Notimex.

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