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Señorita: mi esposa votó por Trump y me deportaron

Señorita: mi esposa votó por Trump y me deportaron

CDMX, México.- Esta historia es digna de un capítulo de «Rosa de Guadalupe» o «Lo que callamos las mujeres», y es que uno ya no puede ni confiar en el amor de su vida.

Todo comenzó cuando Donald Trump, entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos, dijo que sacaría a los «bad hombres» de la nación yankee, ahí fue cuando la esposa del mexicano Roberto Beristain, dijo «sí le doy mi voto», pero bueno, vámonos por partes.

Hace 20 años Roberto Beristain emigró al país vecino del norte en busca de mejores oportunidades, encontró el amor en Helen, originaria Mishawaka, Indiana, tiempo después se casaron y hasta abrieron un restaurante el Eddie’s Steak.



Todo iba saliendo de maravilla, llegaron las elecciones, Helen votó a Donald Trump atraída por su promesa de expulsar a delincuentes, pero ahora el deportado fue su marido.

«Creíamos que (Trump) iba a ser un buen presidente porque queríamos seguridad, y sus promesas de sacar del país a los hombres con delitos parecían bien, pero no pensé que terminara así», dijo Beristain, de 43 años.

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Tras haber sido detenido por falta de documentos que avalaran su permanencia legal y pasar dos meses recluido en diferentes centros de Estados Unidos, fue deportado a Ciudad Juárez, donde no tiene familias ni amigos.



«Me siento traicionado porque iban a sacar del país a criminales, pero vemos como sus políticas no lo hacen y sacan del país a gente buena, que paga impuestos y que en su vida ha cometido un delito», denuncia.

Helen, la esposa, estaba tranquila con su decisión electoral, ya que su esposo mexicano no había cometido ningún delito, ni siquiera una infracción de tránsito.

«Lo que más me dolió fue que (mis familiares) me vieran detenido, como si fuera un criminal, y yo no quiero que mis hijos tengan esa imagen de mí, quiero lo mejor para ellos», dice Roberto con la voz quebrada.

E inmediatamente se lamenta: «no es justo que nos hagan esto a personas trabajadoras». «Yo pago mis impuestos y tengo mis hijos norteamericanos», pero «no les importó a la hora de que me detuvieran».

Los problemas comenzaron durante unas vacaciones familiares en Canadá en 2000. «Por error estábamos en un lugar en las cataratas del Niágara en donde no debíamos estar, y ahí me pidieron documentación que yo no tenía», relata Roberto.

A eso siguió una orden de salida voluntaria que no atendió, y de ahí una orden de deportación.

Lo detuvieron el 6 de febrero cuando acudía a su cita anual con los agentes de inmigración. Y fue enviado a un centro en Kenosha, Wisconsin, justo después de que entraran en vigor las nuevas reglas de deportación decididas por el presidente Trump.

Roberto, sin embargo, no pierde la esperanza: confía en que sus abogados en Estados Unidos resuelvan el caso y pueda volver a reunirse con su familia para poder seguir sacando adelante su restaurante.

 

Con información de AFP

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