Este verano Stalin regresó a lo que queda de la Unión Soviética. Mientras que el rechazo a las dictaduras y a lo que está pasando en Venezuela crece cada vez más en el mundo, en Rusia están erigiendo nuevos monumentos a un dictador de lo que alguna vez fue la Unión Soviética y que mató a millones de personas: Josef Stalin.

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Este año se cumplieron 80 años del «Gran Terror», una purga masiva que Stalin ordenó contra sus opositores políticos. Sin embargo, el hito a penas fue retomado por lo rusos, que ahora toman a Stalin como un héroe nacional que derrocó a los nazis en la Segunda Guerra Mundial como aliado de los Estados Unidos, calificándolo como un elemento valioso en esta lucha, en vez de un asesino en masa, como pasó a la historia.

Cerca de 10 estatuas de Stalin han sido levantadas en todo el país desde el 2012, documentó Pavel Gnilorybov, un historiador que trabaja con un grupo que rastrea los abusos de los derechos humanos.

Parte de esta renovada admiración proviene del presidente Vladimir Putin, que a menudo lamenta la ruptura de lo que había sido la única superpotencia del mundo, además de los Estados Unidos.

Al parecer, ellos no saben que el 30 de julio de 1937, la policía secreta de Stalin lanzó una campaña para detener a más de 1.5 millones de «elementos antisoviéticos» (ahora suena familiar, ¿no?), de los cuales, 700,000 murieron.

La admiración a Stalin ha llegado hasta los jóvenes rusos, que evocan al dictador a través de tazas, playeras e imanes, que sirven para dedicarle un breve homenaje a Stalin en su tumba, en la Plaza Roja.

Vía USA Today.