Todo indica que al presidente Enrique Peña Nieto, a su familia y a la gran mayoría de los funcionarios de alto nivel de esta Administración –no por lo que hacen y devengan, sino por lo que “se ganan”—, poco o nada les importe lo que la gran mayoría de los mexicanos pensemos sobre su despilfarrada forma de vivir, y de ser, sobre todo en un país en donde millones y millones de mexicanos carecen de todo e incluso de esperanza.
Ya el vocero de la Presidencia de la República, Eduardo Sánchez –con sentido burlón–, salió a desmentir la información del diario londinense The Guardian, en la que se advierte que la esposa del presidente Enrique Peña Nieto, la señora Angélica Rivera Hurtado, ocupa para residir algunas temporadas del año, un departamento propiedad del consorcio Grupo Pierdant, contratrista potencial del Gobierno de México y que se ubica en la mima torre de edificios de Key Biscayne, Florida en donde ella desde 2008 adquirió otra propiedad.
En primera instancia, con todo y el desmentido de la vocería de Presidencia, es bastante creíble lo que se advierte en The Guardian, al respecto de los inmuebles en Miami de la señora Rivera; primero porque es el estilo de los mirreyes de este país que acumulan riquezas no por tener un medio de producción o prestar un servicio comercial, sino por estar en el pináculo de poder político y porque la misma negativa absurda presentó Sánchez, cuando la periodista Carmen Aristegui señaló de la existencia de la llamada “Casa blanca de Las Lomas”, que al final con todo y parpadeo constante, enojo explícito y regaño a quienes dudaran de su honestidad, tuvo que admitir en mensaje tele grabado la señora Rivera, para salvarle momentáneamente el pellejo a su cónyuge.
Por qué no ampliar el “depa” de Miami si la lógica indica que justo arriba del 304 de la Torre I de Ocean Club en Miami, se encuentra otro a nombre de un amigo de su esposo con contratos en el Gobierno de México.
Una familia como la suya, compuesta del matrimonio más las tres hijas de ella y los tres hijos de él, tal vez no se encuentren cómodos en un solo departamento de tres recámaras. Duplicar el espacio de la residencia de Miami no vendría nada mal, quizá bastó una adecuada escalera que comunicara ambos departamentos.
Pero el asunto no radica en cómo amplió su departamento de Miami Rivera; sino en cómo se adquirió ese otro inmueble y si es que de nuevo como detalla The Guardian no se trata de un nuevo asunto de tráfico de influencias para saciar las ansias de comodidad y suntuosidad de la “familia presidencial”.
¿Será otra vez Angélica la que salga a dar explicaciones o a regañarnos?
No basta con los dichos de Sánchez, porque en todo caso, él no tendría por qué saber de los negocios y compras de la señora Rivera, pues incluso ella no hace declaración patrimonial ya que no es funcionaria pública y su esposo el presidente de México, no incluye en sus declaraciones, las propiedades de ella.
¡Viven la vida loca!
Acta Divina… “Cualquier periodista medianamente experimentado, sabe que las solicitudes de información de los medios se atienden en mi oficina. Afirmo que nadie estableció contacto, ni conmigo, ni con alguno de mis colaboradores sobre este tema. En el pasado reciente, The Guardian ha publicado información sobre temas relacionados con nuestro país que ha sido desmentida… “: Eduardo Sánchez, vocero de la Presidencia.
Para advertir… 31 viajes realizaron a Miami en jet privado antes de casarse, Peña Nieto y Rivera Hurtado.