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Política a la Mexicana: Vicepresidente

Política a la Mexicana: Vicepresidente

El cargo de vicepresidente no está contemplado en nuestro sistema constitucional desde hace mucho tiempo. La Constitución de 1917 lo suprimió y aunque dejó un vacío legal importante, su eliminación fue vista como una necesidad política por las muchas situaciones adversas que había creado a lo largo de su vigencia. Desde el golpe de estado que dio el vicepresidente Anastasio Bustamante al presidente Vicente Guerrero hasta los problemas que tuvo Porfirio Díaz con la clase política de su tiempo por dicho cargo, sin olvidar que inclusive Antonio López de Santa Anna tuvo enormes desaguisados con Valentín Gómez Farías en las ocasiones en que este ocupó el cargo en algunas de las presidencias de Su Alteza Serenísima. Pero aunque el puesto no exista formalmente hablando, se dice que muchos personajes lo han ocupado por la gran influencia y poder que han tenido al lado del titular del Ejecutivo en nuestra reciente historia.

Figuras importantes han existido en torno a nuestros presidentes: el coronel Serrano con Alemán, Augusto Gómez Villanueva con Echeverría, Emilio gamboa las podía mucho con De La Madrid, Liévano Sáenz tuvo lo suyo con Zedillo. Pero así como para que hayan sido llamados vicepresidentes solo podemos recordar a  Humberto Romero Pérez, que en la Secretaria Particular de Adolfo López Mateos, ejercía un  control absoluto de los asuntos presidenciales y diseñaba a su antojo la agenda y muchos de los nombramientos del Ejecutivo. El famoso doctor José Córdoba Montoya, que tanto poder ejerció durante el mandato de Carlos Salinas y que casi excluyó  a colaboradores tan importantes del presidente como Manuel Camacho e impulso en cambio a Donaldo Colosio y a Ernesto Zedillo. Durante el gobierno de Vicente Fox todos sabían de la influencia de Doña Marta Sahagún, pero el que decidía con su opinión final los verdaderos asuntos de Estado era el secretario de Hacienda Francisco Gil. La llave de los recursos solo él la tenía y los grandes proyectos, de cualquier materia, se aprobaban exclusivamente en su oficina. Sus colaboradores presumían que casi nunca acordaba con Fox.

Mencionamos lo anterior porque a pesar de que ya transcurrió una semana de la renuncia de Luis Videgaray a la Secretaria de Hacienda, se sigue comentando el hecho en periódicos, televisión y radio, así como en las perversas e imparables redes sociales. Sin duda el país no había visto en bastantes años a una figura política tan preponderante y con tanto peso  en el entorno del presidente como el doctor Videgaray. Su influencia estaba en todo lo que era de su ámbito pero también en lo que no era. Su relación con Enrique Peña Nieto no es tan antigua y parte de cuando el presidente era candidato a gobernador del Estado de México; pero de ahí pal real. Durante la campaña presidencial no solo fue su coordinador, también su operador mayor, disputándole funciones a Miguel Ángel Osorio. Su predominancia le permitió acercar a sus gentes al candidato y hacerlos del círculo íntimo de Peña Nieto.



Con la llegada en diciembre de 2012 del nuevo gobierno, la mano de Videgaray se sintió por todas partes: en la Secretaría de Relaciones impulsó a José Antonio Meade para ser el titular, a Aurelio Nuño le dio el empujón final para ocupar el influyentísimo cargo de  jefe de la Oficina de La Presidencia. No hubo secretaría, salvo quizás en Gobernación, donde no lograra colocar a por lo menos un subsecretario y a veces a todos. Lo mismo hizo en Pemex y en otras áreas del gabinete ampliado. En los cuatro años que lleva el gobierno, promovió a su grupo en los cambios importantes que realizó el presidente como en los casos de Pemex, de la CFE y del IMSS. También se dice que logró candidaturas a gobernador, aunque no todas ganaron. Pero donde se le pasó la mano fue en el impulso que le dio a Enrique Ochoa Reza para llegar a la presidencia del PRI. Ochoa es un hombre preparado, tecnócrata e inteligente, además iba bien en la CFE, pero del partido no tenía experiencia alguna. La militancia requerida para el nombramiento fue puesta en duda y a los priistas, con todo y su disciplina, no les cayó la designación y la siguen cuestionando. Jamás había llegado a la dirigencia del partido alguien con tan pocos méritos dentro del PRI. Algunos por lo menos habían sido diputados.

Después de tanto poder lo de Trump fue su Waterloo, desplazó a la Cancillería e hizo los arreglos para traer al republicano. Poco a poco se ha ido conociendo la cuasi telenovela que se fabricó a través del yerno del magnate, Jared Kushner, quien parece se entrevistó con Videgaray en Nueva York y acordaron la visita. El problema fue que, una vez amarrado el viaje de Trump, decidieron extender la invitación a doña Hillary y ya no les pegó con la candidata demócrata, que ni siquiera ha contestado y todo indica que está molesta. Sabemos la irritación que la invitación causó entre los mexicanos, el repudio que se dio y las miles de protestas que se han generado, amén de las acusaciones que se han lanzado al presidente que van desde error a estupidez hasta traición a la patria. Videgaray renuncio a su cargo, pero logró afortunadamente heredárselo a Jose Antonio Meade quien era lo mejor que se tenía. Como El Cid, aún muerto siguió ganando batallas. Don Luis dimitió porque  era lo que había que hacer para detener el alud de ataques a Peña y mejorar el humor social que pedía su cabeza. El presidente perdió a su brazo derecho, a su consejero, a su gran operador y amigo. Pero como buen político le aceptó la renuncia por el bien de la Nación. El tiempo y la circunstancia dirán después.

Pero como la política es una ciencia más que inexacta, todavía no está dicha la última palabra. Apenas ayer se dio un hecho que puede cambiar todo al sufrir Hillary Clinton un desvanecimiento al salir de una ceremonia en Nueva York. Sus médicos aclararon después que Clinton sufre de neumonía y que el calor la había afectado. Minutos después se dispararon por todos lados versiones acerca de la salud de la candidata. La popular, aunque desprestigiada revista National Enquirer, publicó un artículo con portada y todo en donde aparece Clinton con cara de zombi y en el que se revela que Hillary sufre de varias enfermedades: principio de alzheimer, cirrosis hepática, alcoholismo y deficiencia pulmonar, entre otras. También volvió a aparecer el libro de Edward Klein Unlikeable- The problem with Hillary health issues, en donde se describen loa ilimitados problemas de salud que sufre.

Al momento de escribir estas líneas se está armando el escandalo correspondiente y quien sabe en que vaya a acabar. Trump está exigiendo que se liberen los expedientes acerca de la salud de su contrincante y, por otro lado, le desea pronta recuperación. La indignación nacional y la ira colectiva que provocó la visita no se irán rápidamente. Los mexicanos estamos molestos y los daños causados no están debidamente cuantificados, pero que tal si Trump ganara. ¿Se seguiría vapuleando a Peña Nieto y a Videgaray?  A veces hay que ser prudente y esperar a que las cosas maduren. Por lo pronto ya hay voces que piden entre los demócratas el retiro de la candidatura de Clinton. Nosotros insistimos en que la invitación fue un error que se pudo evitar, pero el vicepresidente lo ideo y nadie lo pudo parar.



 

jcrh