hace 9 años
El ensayo consistió en el estudio de 39 bebés que jugaron con sus padres y que eran guiados para hacer actividades. Veinte de ellos fueron reclutados para escuchar música, mientras que los 19 restantes constituyeron el grupo control. Todos jugaron y desarrollaron habilidades sociales, “la diferencia es que uno de ellos aprendió ritmos musicales”, reiteran.