De la noche a la mañana, las estaciones de viacrucis aparecieron esculpidas en arena a orillas del caudaloso río Paraná. Son obra de diez escultores de América Latina y Europa que atrae a devotos y curiosos en esta Semana Santa.
Los organizadores y los artistas eligieron las playas de Carmen del Paraná, 350 km al sureste de Asunción y cerca de la frontera con Argentina, para concitar la atención de la población fronteriza.
«Quisimos aprovechar el escape masivo de la población urbana al campo en estos días feriados. Así podemos mostrar de lo que son capaces de hacer con la arena estos artistas», dijo Ramón Acuña, quien financió la iniciativa.
Se trata de escultores de Italia, Portugal, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Colombia, Brasil, El Salvador y Perú. Son verdaderos trotamundos acostumbrados a viajar «adonde nos llamen» para dar a conocer su obra.
«En Semana Santa, como es tradicional, la devoción religiosa y el turismo se confunden. Todo el mundo sale en familia al interior por el clima ideal que hace en abril», comentó Acuña quien pensó que estas esculturas al aire libre despertarían la admiración de turistas y lugareños.
La gracia de lo efímero
«La arena tiene la gracia de que es efímero. Lo importante es el proceso, no la obra final. No es como cuando uno trabaja en el taller y después lo vende. Acá uno está en contacto permanente con el público», explicó Juan Manuel Espinoza, de La Paz.
Un lugareño le advirtió que uno de los dedos de la mano de Poncio Pilatos que esculpía para la primera estación, la de la alegoría del lavado de manos del jefe romano, le parecía un poco más grande que los demás. «Y bueno, tenía razón. Lo corregí», refirió.
«Cualquiera me puede señalar algo que va bien o lo que le parece mal, desde un experto y hasta alguien que no sabe nada», comentó satisfecho con la interacción.
Francisco Méndez, salvadoreño, asegura que con la escultura se gana la vida todo el año. «En América Latina es poco difundida. En Europa es muy conocida. Uno se puede ganar 25.000 euros en un concurso. Sirve de salario para todo el año», observó.
Verdaderos artistas
Fernando Paz, natural de Nariño, en Colombia, se revela autodidacta y afirma que hace siete años que comparte este tipo de artes con sus habilidades para hacer carrozas de carnaval, artes plásticas y ‘body time’ en su país.
Mientras habla, retoca los ojos muy expresivos de la llorosa Madre María en el encuentro con su hijo, en la cuarta estación.
«Es la primera vez que trabajo sobre el viacrucis. Me encantan las esculturas sobre figuras humanas, el realismo», exclama la italiana Elisa Sordelli, natural de Pisa, al comentar su obra sobre la undécima estación, la de Jesús clavado en la Cruz.
La acompaña la portuguesa Fanny Vieira, de Lisboa. «Esta tierra que tienen ustedes, muy roja, muy arcillosa, es excelente. Se pueden hacer figuras gigantes, se pega muy bien», remarca.
Es la arena que usaron los jesuitas para construir sus grandes templos de las misiones. Carmen del Paraná se encuentra en el «Camino Jesuita» en medio de las conocidas como «Ruinas Jesuiticas» de los siglos XVII y XVIII, la época del esplendor de unas 60 reducciones de indios diseminadas en los actuales territorios de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay.
El peruano Rubén Rebatta, coordinador del grupo, con 14 años de experiencia en arena de playa, asegura que las figuras que dejan en Paraguay «pueden durar meses si las cuidan. Les pueden echar un barniz y duran mucho tiempo».