Hace unos días en una de mis caminatas cotidianas por la colonia Roma, me topé con un lugar atípico en la zona, no es uno de estos sitios hipsters muy modernos y con mucho concepto, se trataba como de un salón de té muy tradicional, un restaurante, con una discreta marquesina a la calle, que si me llamó la atención, fue porque había unos modernos sillones y mesitas montados sin un techito o una sombrilla; y allí, una señora muy quitada de la pena, estaba leyendo un libro, tomando té con galletitas, cómodamente sentada a media banqueta, por supuesto mi instinto de sabueso culinario me dijo que ese lugar debía de estar simpático y me metí a explorar.
Se trata del restaurante Brea, que resultó ser una colaboración del Chef Nicolás Martín del Campo y Claudia García Oliveras, un bistro francés, que ofrece platillos con finos toques mexicanos, en la calle de Orizaba, casi esquina con Colima en la Roma sur, uno de esos Town houses tipo porfiriano, de tres pisos con sus espléndidas escaleras, que más bien parece salido del Upper East Side de Manhattan, realmente majestuoso, con dos salones principales en el primer piso y múltiples espacios en su segundo piso, el Brea logra una atmósfera que te traslada a otra época, su escalera con su balaustrada, sus candiles elegantes y un mobiliario pesado que no deja de ser moderno, pero combinado con plantas y numerosos detalles logran que este lugar tenga una atmósfera ecléctica, de un típico salón de té de finales del siglo XIX o principios del siglo XX.
Sus menús, están muy orientados al desayuno, de hecho tienen un brunch sensacional con mimosas ilimitadas todos los días, hago la anotación de los desayunos, ya que justamente Brea vine de las primeras cuatro letras de la palabra breakfast (desayuno en inglés) y haciendo honor a su nombre, nos fuimos a hacer el brunchhace unos días, a comernos unos deliciosos huevos benedictinos y a ajusticiarnos unas mimosas celebrando el cumpleaños de mi mamá que salió divino.
En su menú de comidas, más francés, obra por supuesto de Martín del Campo, pidan un ceviche verde, unfoie-gras, un boeuf bourgignon o una burrata con hongos y no se pierdan su mousse de chocolate con mole picante, ¡delicioso!
He de decirles que su servicio no es de lo mejor, son algo tardaditos, parece que tienen menos personal del necesario, sin embargo compensan siendo extraordinariamente amables, lo que hace que incluso la tardanza se te olvide.
Está ubicado a escasas cuadras de la plaza Río de Janeiro con sus preciosas galerías, de la calle de Colima, con todos sus nuevos restaurantes muy de moda, de Casa Lamm y de la avenida Álvaro Obregón y aún no es muy conocido, por lo que no está atascado como otros lugares de la zona, pero realmente tiene una oferta única en el área de la Roma- Condesa, y lo preferimos así para poder disfrutarlo más.
Me llamó mucho la atención que todas las mesas a nuestro alrededor eran de extranjeros, por lo que empiezo pensar que sólo se publicitan en los hoteles, pero realmente conocer este inmueble, sus juegos del luz y sus pequeños salones probando sus excelentes platos, vale muchísimo la pena, ¡no se lo pierdan!
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Escrito por Alejandra Del Rio, colaboradora.