México.- El Laboratorio de Ecología de Ecosistemas de Arrecifes Coralinos (LEEAC) de la Unidad Mérida del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) desarrolló un proyecto de restauración de corales y de estudio del blanqueamiento en el Parque Nacional Arrecife Alacranes en Puerto Progreso, Yucatán.
La rehabilitación de corales se desarrolla a partir de dos especies clave en estudio de arrecifes: la Acropora cervicornis y la Acropora palmata, explicó en una entrevista para la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el coordinador Jesús Ernesto Arias González.
El científico indicó que ambas especies están ubicadas en la Lista Roja de Especies Amenazadas según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN); además, resaltó que la Acropora cervicornis es una especie que no se había estudiado antes en México.
“Lo importante de esto es que los arrecifes coralinos se encuentran entre los ecosistemas más diversos del planeta. Pero lo impresionante es que representan una mínima proporción de los ecosistemas marinos y son extremadamente productivos”, detalló.
El especialista mencionó que el impacto de la actividad antropogénica en el aceleramiento del cambio climático y la acidificación del mar impulsó la búsqueda de estrategias de manejo que permitan proteger y conservar los arrecifes.
Una de las ventajas de los corales es que se pueden fragmentar o reproducir tanto sexual como de manera asexual y ser tratados de ambas formas, resaltó Arias González, quien pertenece al Cinvestav que forma parte del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
El investigador agregó que con esto es posible hacer una jardinería marina de corales para ayudar a que se reproduzcan de ambas formas de una manera más rápida, con lo que se puede iniciar el proceso de restauración de arrecifes degradados.
“Comenzó como proyecto piloto, pero en los meses en que hemos seguido su desarrollo las colonias están creciendo muy bien, sobre todo la Acropora cervicornis, que podrían pasar pronto a la etapa de restauración de arrecifes”, apuntó.
En este sentido, la investigadora Itzel Viveros Martínez señaló que se desarrollaron dos tipos de viveros de coral de la especie Acropora cervicornis.
“Tratamos de tomar esos para darles una segunda oportunidad para crecer, tratamos de que no fueran menores de 15 centímetros y que estuvieran saludables”, sostuvo.
Viveros Martínez detalló que a cada uno se le coloca una placa de metal para facilitar el monitoreo mensual que se encarga de medir la rama principal, que es la rama más cercana a la base, y luego el resto de las ramas, para obtener la extensión lineal del tejido.
Por su parte, el investigador José Pablo Cabrera Martínez desarrolló el mismo procedimiento para la especie Acropora palmata, que crece en las zonas de la rompiente o en la cresta, y es un coral que tiende a fragmentarse de manera natural, por lo que requiere una base de fijación.
El método implementado fueron mesas de varilla corrugada de alrededor de metro y medio de largo por dos metros de ancho, con la ayuda de pedestales de cemento conocidos también como “galletas de cemento”, que sirvieron para que el coral pudiera asentarse.
“Lo que hicimos fue colectar los fragmentos de oportunidad mayores a 10 centímetros, escoger la manera en que estuvieran sanos. Implementé dos técnicas para comparar: cordel de nylon y cinchos de plástico”, abundó.
Cabrera Martínez añadió que se colocaron los fragmentos y se obtuvieron los índices de supervivencia y crecimiento lineal. “En todo el proyecto se estabilizaron 560 fragmentos: 280 para Acropora palmata y 280 para Acropora cervicornis”, precisó.
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