* El personal del hospital se dio cuenta de que el hombre indigente que requería atención médica no estaba solo

* En el marco de la puerta de la entrada del hospital se encontraba un grupo de compañeros caninos a la espera de su amigo

Esta semana, Cris Mamprim y sus colegas del Hospital Regional Alto Vale en Brasil fueron testigos de una conmovedora escena que ninguno olvidará.

Fue un vistazo al amor en su forma más pura.

Alrededor de las 3:00 horas del domingo, un hombre indigente llegó al hospital para recibir atención médica.

El hombre, identificado como César, ingresó al edificio ya que está bajo tratamiento para combatir un problema de salud que tiene desde hace tiempo.

Normalmente, el hombre es atendido en otro hospital, así que el personal de Alto Vale tuvo que hacer indagatorias acerca de su enfermedad.

Pronto se dieron cuenta de que César no estaba solo.

A pesar de la falta de posesiones materiales, la vida de este hombre es rica en amor.

La foto

En el marco de la puerta de la entrada del hospital se encontraba un grupo de compañeros caninos a la espera de su amigo.

Con tanta gente mala por ahí, hoy me encontré con esa escena. En el hospital en el que trabajo, a las 3 de la madrugada, mientras su dueño (indigente) estaba siendo atendido, sus compañeros esperaban en la puerta. Una persona simple, sin lujo, que depende de la caridad para vencer el hambre, el frío, los dolores, las maldades del mundo, tiene a su lado los mejores compañeros, y el cariño es recíproco. Sentimientos de amor, cariño, calor, comprensión; una persona que nos confesó que deja de comer para alimentarlos. No sé cómo es su vida, por qué está en la calle, y no me importa ni lo juzgo, pero admiro el respeto y el amor que tiene por sus mascotas. Verlos así, esperando en la puerta, sólo muestra lo mucho que son cuidados y amados. Ay si todos fueran así…. si no hubiera maldad, malos tratos…

Los perros fueron pacientes y se acomodaron en la entrada mientras esperaban a su amigo.

La espera no fue tan difícil, ya que el personal permitieron que los peludos entraran.

Así, mientras César recibía su medicamento, los cinco amigos estuvieron juntos. En el hospital le dieron comida a César y a los perros.

“Créanme, él comió un poco y guardó el resto para sus amigos”.

La mujer después anotó que los perros se ven sanos y bien alimentados.

Esto le resultó más conmovedor cuando supo que el hombre algunas veces deja de comer para alimentarlos.

“Verlos así, esperando en la puerta, es una muestra de lo mucho que los cuida y los ama”.

Imagen: Facebook @Cris Mamprim

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