Imagen: Twitter: @PresenciaUni
- El 6 de junio Juan Zamorano, estudiante otomí de 14 años, fue víctima de sus compañeros de clase.
- 2 compañeros colocaron alcohol en su asiento y cuando el chico se puso de pie, uno de ellos aprovechó para prenderle fuego.
- La fiscalía local anunció una investigación; los dos agresores enfrentan un proceso judicial, y AMLO dijo que de ser necesario la fiscalía general del país podría ocuparse del caso.
Juan Zamorano, estudiante otomí de 14 años, fue víctima de sus compañeros de clase a inicios de junio. Estos le prendieron fuego por ser indígena; la brutal agresión es un recordatorio de la discriminación que viven esos pueblos día a día.
El incidente ocurrió el 6 de junio en una escuela secundaria de Querétaro.
Ese día, dos compañeros de Juan colocaron alcohol en su asiento escolar. Cuando el chico sintió el pantalón mojado, se puso de pie y uno de ellos aprovechó para prenderle fuego. Esto le causó quemaduras de segundo y tercer grado.
Sin embargo, el ataque no fue fortuito. Juan ya sufría burlas y acoso por su origen desde semanas atrás, según los abogados de su familia, que presentaron denuncias contra los agresores y las autoridades de la escuela.
«Tanto su papá como su mamá son otomíes», cuenta a la AFP Ernesto Franco, uno de los abogados de la familia Zamorano. «Él habla esta lengua materna pero no desea platicarla porque es causa de burla, de acoso, de ‘bullying'».
La familia denunció a la prensa que incluso la propia maestra del salón acosaba a Juan por su origen otomí. Se estima que es un pueblo originario con unas 350,000 habitantes.
«Piensa ella que no somos de su clase, no somos de su raza», dijo a El Universal el padre de Juan. También calificó la agresión de «intento de asesinato».
Reacción oficial
La agresión contra Juan generó una cascada de reacciones de instituciones de gobierno: la fiscalía local anunció una investigación; los dos agresores enfrentan un proceso judicial, y el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que de ser necesario la fiscalía general del país podría ocuparse del caso.
Por su parte, el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) pidió «sancionar a las personas menores y adultas involucradas en el acoso y agresiones recurrentes contra el menor».
«(Es) urgente que se adopten medidas en las escuelas públicas y privadas del país, para evitar que se sigan presentando casos de discriminación y racismo contra las niñas, niños y adolescentes indígenas», añadió en un comunicado.
El caso de discriminación contra Juan no es el único.
Racismo sistémico
En México, un país con 126 millones de habitantes de los que aproximadamente 7.3 millones de personas hablan una lengua indígena, la discriminación es usual.
Por ejemplo, en marzo de este año, una mujer otomí denunció que personal de un restaurante en la colonia Roma donde comía le negó el acceso al sanitario alegando que era solo para comensales.
De hecho, una encuesta del Inegi en 2018 reveló que 40.33% de la población indígena ha denunciado haber sido discriminada, y casi 50% considera que sus derechos se respetan poco o nada en el país.
Esa misma encuesta permite ver también los prejuicios de los mexicanos contra la población indígena. 3 de cada 10 personas estuvieron de acuerdo con la frase: «la pobreza de las personas indígenas se debe a su cultura».
Para Alexandra Haas, directora de Oxfam México, casos como el de Juan no son aislados ya que están insertos en un racismo sistémico del país.
En 2019, un estudio de esa organización encontró que en México hablar una lengua indígena, identificarse en una comunidad indígena, negra o mulata o tener el tono de piel más oscuro implica menos posibilidades de avanzar en el sistema educativo y laboral.
El caso de Juan «es un estado de shock de qué tan lejos puede llegar la discriminación», dice Haas.
«No podemos decir que lleguemos a ese acto como algo imposible de prever. Son décadas y siglos de discriminación racial e indígena y muy estructural», añade la también exdirectora del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Para atender el problema, México tiene una ley para prevenir la discriminación y hay instituciones encargadas de recibir denuncias al respecto. Además, en Ciudad de México suele haber leyendas en los negocios que advierten que en esos lugares no se discrimina por cuestiones de género, raza o creencia.