- El Roundup, contiene glifosato, una sustancia objeto de estudios científicos contradictorios sobre su carácter cancerígeno
- López Obrador propuso como Secretario de Agricultura, a Víctor Villalobos, quien apoyó la ley Monsanto en México
¿El Roundup es cancerígeno? ¿Monsanto ha ocultado deliberadamente la peligrosidad de su herbicida de glifosato? Estas son las preguntas que un tribunal estadounidense tendrá que examinar desde este lunes en el juicio por un individuo con un cáncer terminal.
Aunque hay cientos e incluso miles de procesos en marcha en Estados Unidos contra el gigante agroquímico, la demanda de Dewayne Johnson, un estadounidense de 46 años que fumigó Roundup por más de dos años, es la primera relacionada con este producto y sus posibles efectos cancerígenos que desemboca en un juicio.
El proceso se inició oficialmente a mediados de junio con la designación de un juez, pero los debates en profundidad comienzan después de una serie de audiencias técnicas. Está previsto que dure al menos tres semanas en San Francisco, en el oeste del país.
Monsanto, que podrían verse obligado a pagar millones de dólares en daños, siempre ha negado firmemente cualquier conexión entre el cáncer y el glifosato.
Dewayne Johnson «pelea por su vida» después de que le diagnosticaron un linfoma no Hodgkin incurable hace dos años, dice uno de sus abogados, David Dickens, del bufete de abogados Miller, especializado en la defensa de personas víctimas de productos defectuosos.
«No es culpa de la suerte», no se debe a un problema «genético», «es por su exposición continua al Roundup y a Ranger Pro» (un producto similar de Monsanto), que él roció entre 2012 y 2014 en los terrenos escolares de la ciudad de Benicia, en California, asegura Dickens.
«Y eso podría haberse evitado», afirma el abogado, acusando a Monsanto, que acaba de ser adquirida por la alemana Bayer, de ocultar deliberadamente al público la peligrosidad de sus productos.
Decisiones contradictorias
Los abogados de Johnson aún no han establecido la cantidad que pretenden reclamar, pero hablan de un «juicio multimillonario».
Sin embargo, no será fácil para Dewayne Johnson, cuyos abogados deberán demostrar un vínculo entre su enfermedad, que le causa muchas lesiones cutáneas, y la fumigación del glifosato.
La pregunta es: «¿Es la exposición de Johnson al glifosato lo que le causó cáncer? (…) No causó su cáncer», afirma Sandra Edwards, de despacho de abogados Farrella, Braun y Martel, una de las abogadas de Monsanto.
Durante el juicio, «verán mucha información y ciencia», asegura, señalando que ha habido «estudios que han seguido por años y años a personas que han utilizado estos productos» sin concluir que les provocaron cáncer.
«Legalmente, es extremadamente difícil responsabilizar a una compañía por casos específicos de cáncer u otras enfermedades relacionadas con pesticidas», dice Linda Wells, de la ONG de combate a los pesticidas Pesticide Action Network North America.
Pero «si el señor Johnson gana este caso, será un gran golpe para toda la industria de pesticidas», agrega Wells.
El caso es tanto más complejo porque hay muchos estudios y decisiones contradictorias sobre el glifosato.
Contrariamente a la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), California ha puesto al glifosato en la lista de cancerígenos. Y en ese Estado, todo fabricante que tenga conocimiento del carácter cancerígeno constatado o presunto de un producto debe obligatoriamente hacerlo figurar en el envase.
El glifosato también está clasificado como «probablemente cancerígeno» desde 2015 por el Centro Internacional de Investigación del Cáncer, un organismo de la OMS, a diferencia de las agencias europeas, la Efsa y la Echa.
El glifosato es particularmente polémico en Europa. Tras la decisión de la Unión Europea en noviembre de renovar la licencia del herbicida por cinco años, el gobierno francés se comprometió a dejar de usar esta sustancia para sus principales usos en tres años.
En México, el futuro Secretario de Agricultura Víctor Villalobos, apoyó en su momento la ley Monsanto, a sabiendas que los transgénicos pueden traer consecuencias en términos de salud y ambientales, y también ponen en riesgo algunas de las materias primas autóctonas de México. Cabe mencionar que sólo la Ciudad de México, Guerrero, Oaxaca y Tabasco permanecieron como territorios “libres” del cultivo experimental y comercial de este tipo de productos.
Información e Imagen: AFP
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