Imagen: AFP
- El terremoto puso a prueba los hospitales de la región de Siria, en manos de rebeldes, que ya carecían de personal, equipos y medicamentos.
- Abdel Baset Khalil incapaz de ayudar a su propia familia, regresó al trabajo, donde heridos y cadáveres llegaban en masa.
- Tras el terremoto, el hospital recibió alrededor de 2,500 heridos, de los cuales 390 murieron, según Hasan Al-Hamdo, un cirujano ortopédico.
El enfermero Abdel Baset Khalil no pudo salvar a su familia que murió sepultada bajo las ruinas de su casa. Sin embargo, aún ayuda a tratar a cientos de heridos por el terremoto en un hospital de Harim, una ciudad siria cerca de la frontera.
El sismo que golpeó a Turquía y Siria el pasado lunes, con al menos 35,000 víctimas mortales. Puso a prueba los hospitales de esta región de Siria, en manos de rebeldes, que ya carecían de personal, equipos y medicamentos.
«Ayudaba a personas en el hospital mientras mi esposa y mi dos hijas estaban bajo los escombros; no podía hacer nada por ellas», explicó a AFP Khalil, anestesiólogo de 50 años que trabaja en el hospital de Harim.
En el momento del terremoto, salió corriendo del hospital y se dio cuenta de que su casa se había derrumbado.
Incapaz de ayudar a su propia familia, regresó al trabajo, donde heridos y cadáveres llegaban en masa. Entre ellos estaba el director administrativo del hospital y el del jefe de enfermería.
«El primer día fue muy difícil, muy difícil, fue como si 50 años hubieran pasado en un solo día», recuerda el enfermero.
Los dos días siguientes aprovechaba los raros momentos de respiro en el hospital para correr hacia su casa en ruinas y seguir las operaciones de retirada de escombros.
Los cuerpos sin vida de su esposa y dos hijas fueron hallados entre los escombros 48 horas después del terremoto.
Su único pequeño «consuelo» es poder ir a sus tumbas, al contrario de cientos de personas que aún tienen a sus familiares atrapados entre los escombros.
De momento apenas duerme por «el horror de las escenas» que presenció pero asegura que continuará trabajando en el hospital de Harim «para ayudar», dice, mientras sigue mirando fotos de su esposa y sus hijas en su teléfono.
Sin bolsas para los cadáveres
Desde las primeras horas del terremoto, el pequeño hospital de Harim se vio abrumado por un gran flujo de víctimas.
«El hospital estaba pensado para tratar a los heridos durante los ataques aéreos y la capacidad no excede las 30 personas», cuenta el cirujano Mohamad Al-Badr.
«La situación era tan difícil que los pacientes dormían en el suelo en las salas y los pasillos», explica.
Tras el terremoto, el hospital recibió alrededor de 2,500 heridos, de los cuales 390 murieron, según Hasan Al-Hamdo, un cirujano ortopédico.
Al igual que otros en la región, este hospital tiene problemas para encontrar material y equipos.
«El hospital ha recibido muchos casos que requieren escánografía, que no está disponible», dice el doctor Al-Hamdo.
En un informe publicado el viernes, la oenegé Comité Internacional de Rescate (IRC) advirtió del riesgo de colapso del sistema de salud en el noroeste de Siria, una región que escapa del control del poder central.
El IRC subraya la falta de suministros médicos de emergencia para los hospitales, como sueros, apósitos, analgésicos pero también «bolsas mortuorias».
«A menos que obtengamos urgentemente más fondos, suministros y acceso humanitario sin obstáculos, los resultados serán catastróficos», advierte esta oenegé.
En el hospital de Salqin, otra ciudad cerca de la frontera turca, Hasan Julak, especialista en cirugía ortopédica, cuenta como hay ahora entre 800 y 1,000 heridos, la mayoría de los cuales sufren fracturas debido al terremoto.
«Quince minutos después del terremoto, los heridos comenzaron a acudir en gran cantidad, superando la capacidad del hospital», dijo el médico.
La guerra civil en Siria, que empezó hace casi 12 años, destruyó la mayoría de las infraestructuras de salud, especialmente en las zonas rebeldes en el noroeste del país.