Desafiando el frío y la lluvia, las Catrinas desfilaron este sábado por calles de la Ciudad de México y deleitaron a miles de espectadores.

El Paseo de la Reforma fue por sexto año el escenario de la Mega Procesión de Catrinas, con la que arrancan las celebraciones del día de muertos. Esto, como parte de una de las tradiciones más arraigadas en México, en la que la cultura prehispánica se funde con el catolicismo.

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Las Catrinas llegan a la CDMX

Los mariachis, con esquelético rostro bajo su tradicional sombrero, encabezaron la procesión, seguidos de grupos de danza folclórica de distintos estados que vestían trajes típicos.

Los asistentes también se pusieron elegantes, vistiendo lo mismo el clásico atuendo negro del personaje que ingeniosos disfraces. Algunos habilidosos maquillistas dejaban sus rostros en los huesos y adornados con coloridas flores o ingeniosas figuras.

La Catrina de Posada

La Catrina fue creada en 1910, en plena Revolución mexicana, por el reconocido ilustrador mexicano José Guadalupe Posada. Ésta nació como una expresión de crítica social a los indígenas que se enriquecían económicamente, se colgaban joyas y ropas elegantes y menospreciaban sus orígenes.

«Entaconada» fue quien encabezó el contigente LGBT, luciendo un vestido rosa que al llegar a las rodillas se extendía elegantemente hasta arrastrar por el suelo.

Isabela Herrera, una niña colombiana de 11 años, observaba emocionada el desfile de «calacas», como se llama popularmente a los esqueletos.

«Vivimos aquí por el trabajo de mi papá y nos gusta mucho el altar de muertos y estamos intentando integrarnos a las culturas mexicanas», comentó Isabela.

El altar de muertos es parte fundamental de la celebración en los hogares mexicanos y evoca la creencia prehispánica de que los seres queridos que ya fallecieron regresarán en los días 1 y 2 de noviembre a convivir con los vivos.

La ofrenda ocupa un lugar central en el hogar, se colocan fotografías de los difuntos, sus comidas y bebidas preferidas, el «pan de muerto» y el dulce de calabaza. No pueden faltar las cruces cristianas, las velas y la flor de cempasúchil con su intenso color naranja.

La celebación de muertos mexicana fue catalogada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2003.

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