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Alimentos, veladoras, incienso, licor, flores, fotografías, música y objetos personales del difunto; forman parte de las ofrendas que se preparan con respeto por los familiares para recordar a los que se han ido.
El oficio del organillero llegó a México en 1884. Según el libro “La vida de los organilleros”, del antropólogo mexicano Víctor Inzúa, “la casa alemana de música Wagner & Levien trajo las primeras piezas”.
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