* Ubicado al sur de la ciudad de Winnipeg, se ha convertido en una verdadera atracción turística
Le tomó un mes de trabajo a una pareja de granjeros de la provincia canadiense de Manitoba y acaba de ser certificado por el libro de récords Guinness: el laberinto de nieve más grande del mundo tiene 2.789,11 metros cuadrados.
Ubicado al sur de la ciudad de Winnipeg, se ha convertido en una verdadera atracción turística.
Hasta ahora sus autores, Clint y Angie Masse, del vecino poblado de St. Adolphe, eran expertos en fabricar laberintos de maíz durante el verano. Hasta que un día decidieron cambiar de estación, a pesar del titánico trabajo que iba a suponer.
«Decidimos fabricar nuestra propia nieve. Solo esto nos tomó de dos a tres semanas. Luego comenzamos a hacer el laberinto y trajimos 370 camiones semirremolques para construirlo», explica Clint Masse.
La estructura consta de muros que miden aproximadamente 1,80 metros de altura. La nieve apisonada se levanta 50 cm por encima del suelo para evitar que se derrita demasiado rápido y los visitantes resbalen sobre el aguanieve.
Gracias a esta obra, que abrió al público por primera vez este invierno, la pareja destronó por lejos al antiguo récord, un laberinto ubicado en el parque histórico de Fort William, en Ontario.
Pero llevar a cabo su sueño tuvo un costo: 57.000 dólares canadienses. «Fabricar la nieve es extremadamente caro», dice Clint Masse.
Guiado por el fuego
Masse tuvo que superar algunas dificultades durante la concepción de su laberinto blanco. «Me tomó una semana diseñarlo, mientras necesito solo un día y medio para hacer un laberinto de maíz», relata.
Desde su apertura al público a principios de enero, el laberinto no cesa de tener visitantes a pesar de que las temperaturas descienden habitualmente de los -30° C.
Quienes se internan en él son recibidos por estatuas de nieve y de hielo, y entre sus paredes pueden incluso calentarse en alguna de las cinco áreas de estar con mesas y fogatas que se hallan a lo largo de la enorme construcción.
Pero no es tan fácil: encontrar estos refugios de calor se convierte en un desafío… y en una buena ayuda para hallar la salida.
«Fue muy divertido porque había que encontrar los braseros. Así es como sabíamos adónde íbamos, si no, no habríamos teníamos ni idea», cuentan Jillian Crooks y Cassidy Wegner, dos veinteañeras que desafiaban temperaturas de -35° C para explorar, por primera vez en sus vidas, un laberinto.
Encontrar la salida «nos tomó mucho tiempo, no lo cronometramos, pero tal vez fue media hora», dice Cassidy Wegner.
Clint Masse estima que lleva entre 30 y 45 minutos recorrer el laberinto de una punta a la otra.
La atracción debería permanecer abierta aún algunas semanas más, pues el frío polar que envolvió la provincia de las praderas canadienses en febrero vino bien para afirmar la infraestructura.
Y gracias a ese empujón de la naturaleza Clint Masse espera que se superen los 10.000 visitantes y, por lo tanto, rentabilizar su inversión.
Imagen: AFP