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La guerra comercial entre Trump y China continúa dando de qué hablar; sin embargo es uno de esos temas que son buenos para alarmar pero malos para darse a entender.
Es por esto que le hemos dedicado un espacio al tema para conocer de qué va la guerra comercial entre estos dos gigantes.
En los últimos días la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha subido de tono, con ambos países anunciando nuevos aranceles a los bienes del otro y con fuertes declaraciones del rey de las fuertes declaraciones: Donald Trump.
Recordemos que Trump ha expresado en diferentes ocasiones que China pagará nuevas tarifas, aunque esto no significa que en realidad el magnate sepa algo del tema.
Y eso se demostró luego de que su asesor económico, Larry Kudlow, admitiera que en realidad son las empresas estadounidenses las que pagan los aranceles sobre los productos llevados a EUA desde China.
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Entonces ¿Trump está equivocado cuando asegura que la guerra comercial es benéfica para su país?
La respuesta es sí; si porque los importadores estadounidenses, y no las empresas chinas, son los encargados de pagar los aranceles en forma de impuestos al gobierno de Estados Unidos.
O sea que son los mismos estadounidenses los que pagan los aranceles a su gobierno; lo que convierte a esta estrategia del presidente Trump como algo totalmente absurdo e incoherente.
Pese a esto, el presidente ha presumido que estos nuevos aranceles generan miles de millones de dólares para el Tesoro de aquella nación.
Lo que ya no aclaró el magnate es que son los empresarios del país los que están aportando ese dinero.
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Incluso Christopher Bondy, abogado de la firma Cooley LLP y exasesor sénior del gobierno canadiense durante las negociaciones del acuerdo de libre comercio entre Canadá y la Unión Europea, explica que es seguro que esos costos adicionales a los productos finalmente sean “pagados” por los consumidores estadounidenses.
Es lógico pensar que una empresa que debe pagar estos impuestos no absorberá ese gasto, sino que de inmediato aumentará los precios de los productos que está vendiendo, un dinero que terminarán pagando los consumidores.
Sin embargo, esto es más complejo de lo que parece, pues a pesar de que los aranceles impuestos por EUA los pagará EUA, en China la cosa es completamente diferente.
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¿Cómo le afecta a China esta guerra?
Hay que tener en mente que hasta el día de hoy, China sigue siendo el principal socio comercial de Estados Unidos, con un aumento de las exportaciones del 7% en 2018.
No obstante, en 2019 la historia está siendo algo diferente, pues apenas en el primer trimestre los flujos comerciales de China hacia Estados Unidos cayeron un 9%, lo que nos podría advertir que en realidad la guerra comercial está teniendo efectos negativos para los chinos.
Al respecto, Meredith Crowley, experta en comercio de la Universidad de Cambridge, dijo a la BBC que no existe evidencia de que las empresas chinas hayan reducido sus precios o hayan hecho algo para que las empresas estadounidenses les sigan comprando.
¿Por qué? pues porque los chinos están seguros de la dependencia que tienen ciertos sectores en sus productos.
Los productos que son sustituibles acaban de salir del mercado porque las empresas estadounidenses se fueron a comprar a otro lado.
No obstante, los productos diferenciados, es decir los que solo tienen los chinos, son los que no han visto cambio alguno pues son los americanos los que dependen mucho de ellos.
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Y ¿en Estados Unidos qué tal les ha ido?
Lo que ya habíamos comentado, que las empresas y los consumidores estadounidenses son los que pagaron casi el costo total de los aranceles comerciales de Estados Unidos impuestas a las importaciones chinas.
Así que a los que Trump prometió no afectar fueron los más afectados.
Incluso Pinelopi Goldberg, economista jefa del Banco Mundial determinó que tras tomar en cuenta las represalias de otros países al final podía concluir que las mayores víctimas de las guerras comerciales de Trump fueron los agricultores y los obreros de las áreas que más lo apoyaron en las elecciones de 2016.
¡Pagó mal a los que lo apoyaron!
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Pero entonces ¿qué hacer? ¿Acaso las empresas estadounidenses no pueden comprar todos esos productos en otro país?
Aunque Trump ha aconsejado a las empresas estadounidenses que importan de China buscar otro lado, e incluso y mejor aún, comprar sus productos a los fabricantes estadounidenses, la cosa no es tan sencilla.
Christopher Bondy dijo a la BBC que en realidad reorientar la productividad y las cadenas de valor llevan mucho tiempo y mucho dinero.
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“Tome las tarifas al acero que Estados Unidos impuso el año pasado; no es como que de repente se están construyendo cientos de nuevas fábricas en Estados Unidos”, ejemplificó.
Se necesita de mucho, pero mucho dinero para eso y no sólo porque no hay los fabricantes suficientes, sino porque China es una potencia industrial que empequeñece a cualquiera, incluso a sus rivales más lejanos.
Esto dificulta el reemplazo en las cadenas de suministro globales, algo que el mundo comercial no está dispuesto a padecer.
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Entonces ¿China se verá obligada a negociar los aranceles con Estados Unidos?
Sin duda sí, eso porque como sea las afectaciones a ambos países están ahí; por lo que es seguro que los aranceles sentarán al gigante asiático en la mesa de negociaciones, algo que Trump buscaba con ansias.
Sin embargo, no será un negociador sencillo y es poco probable que ofrezca cesiones radicalaes.
De acuerdo con Bondy, las amenazas arancelarias del presidente son más bien para aumentar su base de votantes y conseguir noticias y titulares en los diarios.
Como los sospechábamos; la guerra comercial entre Trump y China es una puesta en escena «trumpiana».
En realidad la guerra comercial que ha desatado el extravagante presidente estadounidense es más bien un esfuerzo por demostrar que se hace “algo” aunque en la realidad no se esté haciendo nada.
“Los aranceles son más fáciles de entender que el minucioso trabajo de negociar conjuntos de reglas comunes sobre cosas como el comportamiento de las entidades estatales, la protección de la propiedad intelectual, el acceso justo a los mercados y las protecciones básicas para los trabajadores y el medio ambiente”, explica Christopher Bondy, abogado de la firma Cooley LLP y exasesor sénior del gobierno canadiense.
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